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taconeando

El dóberman del PSOE era un chucho

El complejo de la derecha viene (y esto es lo tremendo) de la fascinación por los rasputines de medio pelo

Racismo, ¿qué racismo? (24/5/23)

Ayusofobia (22/5/23)

Cristina Casabón

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Elecciones históricas para los azules, toreo popular en toda España que se ha celebrado con mariscada gallega, champán, ostras y hostias. El sanchismo hace agua y si el anuncio de elecciones puede llamarse estrategia, no es más que la de un Maquiavelo ojeroso y ... derrotado. Siempre les ponemos más inteligencia de la que tienen y ellos van de genios altivos. Este es un mus que se nos vende como si tuvieran cartas pero el fracaso del socialismo vive el acoso galante y turbio del toro emprendedor y maldito de las derechas. Y el sol amarillento como un disco anuncia un nuevo ciclo político. No faltan los elementos de la resaca electoral: la España ojeriza y resacosa haciendo el cálculo de la derrota y el análisis del tropiezo, sin acabar de creerse la victoria ni de desayunarse el champán. El personal hace chistes contra las reacciones de la izquierda pero aún no acaba de creérselo. El sanchismo, mírenlo bien, es un cadáver exquisito y la coalición no aguantaba hasta diciembre, por el olor y las moscas. Sánchez es el presidente de un Gobierno desgobernado, un partido cochambroso y sin talento. Julio es el alarido tras la derrota, la apuesta por salvar los cuatro muebles del PSOE. Y era la movilización del aparato o la descomposición.

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