siempre amanece
Lo siento, formas parte del problema
Como si la gresca y la miseria fueran algo externo a nosotros
Honor al Rey que puso la cara
Réquiem por un empotrador
Que España tiene un problema es el último consenso entre los que no admiten que forma parte de él. Como si la negligencia, el cainismo y la maldad que arrastran las dinámicas de la política de este santo país quedaran formalmente separadas de la naturaleza ... de sus ciudadanos. Como si las malas formas, la disonancia cognitiva, los sesgos, la gresca, la melopea, la extrema vulnerabilidad intelectual y, en general, la miseria fueran algo externo e independiente de nosotros, una especia invasora venida de una civilización extraterreste que no hemos votado, que no hemos ambicionado. Como si no hubiéramos votado zascas, manipulación y mentira con tal de que perjudicara a los otros.
No es que se pueda poner un ejemplo; es que caben veintisiete. Si acaso uno entiende que las protestas en Paiporta contra Sánchez y Mazón se explican por la batuta de la ultraderecha, pero la manifestación contra el Consell nace del hartazgo de un pueblo herido y desamparado mientras sus dirigentes jugaban al ajedrez. O viceversa. Si uno critica el gesto imperdonable de que en las primeras horas de la DANA el presidente de una comunidad estuviera en un restaurante y no al pie del cañón de un comité de crisis, pero le parece bien que el presidente del Gobierno se estuviera dando en la India un baño de masas con 'videoclip' de Bolywood, que anduvieran votando el Consejo de TVE con una región entera devastada, que la vicepresenta fuera a recoger 'pellets' y no barro, que la ministra de Transición Ecológica anduviera desaparecida. O viceversa. Si alguien cree que no se pidió más ayuda por mantener las competencias autonómicas, pero no que se dejó de ayudar para que se ahogaran en el barro los titulares de esas competencias con los heridos, los tipos encerrados en el coche, los que respiraban una burbuja de aire junto al techo de un coche, los que no se salvaron por minutos.
O viceversa. Si uno clama al cielo por la falta de alarma, pero no por la falta de ayuda. O viceversa. Si tacha de fachas con pala y de torpes a los voluntarios porque la ayuda y organización espontánea de la sociedad civil deja en ridículo la intervención de las ONG y de las Fuerzas de Seguridad del Estado y que la prueba es que un tipo con un bocadillo de queso y un Seat León llegó a Paiporta desde Madrid antes que el Ejército acuartelado en Bétera. Y viceversa. Si pregona que lo que ha sucedido es culpa del heteropatriarcado, del capitalismo, del 'woke', de que Trump ha ofendido a la Pachamama o de cualquier otra causante que no sea la desgracia, la mala suerte y el capricho cruel con que el destino maneja la vida de los hombres. Si desde el 30 de octubre andas arrimando el fango a tu sardina.
Si crees que tiene que dimitir el presidente valenciano por la incompetencia de su administración y no el presidente del Gobierno por la maldad que implica el condicionamiento de la ayuda de un país entero a su coyuntura política y la supervivencia de su legislatura, o viceversa, no solo es que España tiene un problema, es que formas parte de él.
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