después, 'naide'
¡Be-go-ña, Be-go-ña!
De pronto, es la nueva heroína del sanchismo, una santa súbita, y Sánchez la saca en procesión a pedir el milagrillo del domingo como a la Virgen del Carmen, quizás la del Patrocinio. Le gritan su nombre y ruge la caldera con el ímpetu de dos mil Marisú
El juez cita a declarar a Begoña Gómez como imputada por tráfico de influencias el 5 de julio
![¡Be-go-ña, Be-go-ña!](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/opinion/2024/06/07/sanchez-yolanda-RQwPUNEGf6etBE7WK1Ghw9J-1200x840@diario_abc.jpg)
Begoña Gómez se apareció en el mitin del PSOE con esa sonrisa hierática de gato de Alicia del África Center. Tan atlética, tan guapa, tan quieta y tan muda también, tan a la izquierda de un victorioso Pedro Sánchez, me estaba recordando a aquellas azafatas ... del Tour que abrazaban al ganador de la etapa del día. La luz de Benalmádena también concede a la aparición de la mujer del presidente en campaña la ligereza de aquellos programillas del verano que llamaban «refrescantes» y consistían en una fiesta con titis en biquini.
De pronto, Begoña es la nueva heroína del sanchismo, una santa súbita y Sánchez la saca en procesión a pedir el milagrillo del domingo como a la Virgen del Carmen, quizás la del Patrocinio. Le gritan «¡Be-go-ña, Be-go-ña!» y ruge la caldera con el ímpetu de dos mil Marisú, la ministra de Hacienda que parece que lleva un Bernabéu dentro. La aclaman, vaya, y la llevan a hombros al hotel como a José Antonio Morante de la Puebla cuando cortó el rabo de Sevilla y una multitud cruzaba Sevilla con el torero en volandas y derribaban las motos sobre las aceras por las prisas y el tumulto.
El presidente saca a su mujer a pasear, y la exhibe en silencio. Porque Begoña no habla y se expresa por ella Sánchez en un 'Begoña y yo', que es una machirulada fundacional como de esos hombres que en los restaurantes piden por sus señoras o deciden su voto, y ellas sonríen a su lado, en silencio. Digo yo que tendrá boca para defenderse y que no necesitará los brazos del príncipe azul eléctrico. ¿acaso no podría haber escrito al menos una de las dos cartas?
Marichulada
El presidente saca a su mujer a pasear, y la exhibe en silencio. Porque Begoña no habla y se expresa por ella Sánchez en un 'Begoña y yo'
Acercándose el verano y a un mes de los sanfermines, uno tiende a desentenderse de las cosas de mi Españita y ya mira lo de Sánchez con una atención de entomólogo cuando observa el hormiguero y se entretiene en detectar patrones pédricos en las cosas, por ejemplo, la inversión de la culpa por la cual se santifica a los malos siempre que apoyen al Gobierno. La sacralización de Nuestra Señora de Moncloa sucede a la santificación de la izquierda de la izquierda, de los líderes del procès –el frailón Junqueras, qué bueno era– y hasta de la izquierda abertzale, cuyo movimiento dejó 850 muertos y ahora van por ahí dando sermones. La vergüenza de que imputen a la mujer de Sánchez por presunta corrupción convierte a Begoña Gómez en una suerte de orgullo para él. Debiéramos entender que el hecho de que un juez avalado por una audiencia y la fiscalía europea investiguen a su mujer por favorecer contratos de amiguetes, ascender a una cátedra retorciendo las reglas, pegar sablazos a las empresas, algunas de ellas participadas por el Estado cuyo Gobierno preside su marido, son razones de más para votarle.
Entender que los jueces persiguen a su mujer por corrupción es un motivo para depositar nuestra confianza en su partido y estamos ante la muestra de cómo el populismo corrompe la brújula moral de los países. No es que no importe lo que se ha hecho mal; es que lo consideran una razón para presumir. El sanchismo redondea su condición de acción villana en cuanto alardea de sus mayores fechorías y más grande la hace, más saca pecho, con perdón.
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