Después, 'naide'
Apología del busca
Al famoso ejército chií con su potencia tecnológica y armamentística, y su fuerza de élite Radwan que dicen podría conquistar Galilea en media hora, le da bajona porque les explotan unos 'walkies' que se me antojan como de regalo de primera comunión de mi sobrino Pedro
Nasrala mantiene el pulso con Netanyahu en la frontera tras el «duro golpe» de las explosiones

Se ha puesto el mundo raro. Maduro decretó que ya era Navidad en el verano de Venezuela, que es Vigo pero al revés, y a los alegres chicos de Hizbolá les explotan los 'gadgets' en las colas de los supermercados de Beirut. En sus ... últimos años de vida, siendo ya una anciana postrada en una silla, nuestra amiga Angelita -madre del Patavino-, renegó de la televisión porque se ponía hecha una furia cada vez que aparecía José María Aznar al que tenía una manía horrorosa y recelaba de cualquiera de los dispositivos electrónicos a los que se refería como «esos objetos inanimados que se animan solitos». En aquellos días, lo más tecnológico que uno podía echarse a la cara era un Walkman, un radio despertador con alarma, un reloj calculadora con unos botones chiquititos y otras maravillas del escaparate del Bazar Canarias del Boulevard de San Sebastián, nuestro Silicon Valley de entonces. Ahora, en el busca se te aparece Netanyahu y en Tel Aviv, unas soldados con zarzillos y cuenta de bailes en TikTok pueden saber si en casa de Nazralah hay que comprar jabón de lavadora.
En la guerra casi siempre gana el más listo, y está bien que así sea. Como sucede en las clases de los colegios, el bruto impone su ley por la fuerza en un primer momento, pero a la larga recibe indefectiblemente su dosis de humillación. La operación contra Hizbolá tiene consecuencias operativas evidentes -en la milicia se tendrán que comunicar con txalapartas-, pero también anímicas. Al famoso ejército chií con su potencia tecnológica y armamentística, y su fuerza de élite Radwan que dicen podría conquistar Galilea en media hora, le da bajona porque les explotan unos 'walkies' que se me antojan como de regalo de primera comunión de mi sobrino Pedro y les envían memes en los que se puede leer 'Desde el busca hasta el mar'.
La primera vez que escuché la teoría de los dos diccionarios, me la contó un oficial de inteligencia militar israelí mientras comíamos unas mandarinas cogidas de su árbol en su casa en la frontera con el Líbano, a tiro de RPG de Hizbolá. «Les hablamos en nuestro idioma europeo acerca del derecho, de las libertades, el necesario respeto a los acuerdos y de otras cosas, pero ellos no nos entienden. A Hizbolá y a Hamás hay que hablarles en su idioma, que es el de la demostración del poder».
El busca es una antigualla; ya se me está apeteciendo uno. Hace tiempo que mi idea de paraíso es un teléfono desde el que solamente se pueda llamar, un transistor a pilas, relojes que se limiten a dar la hora y que no me recuerden que tengo que llamar al del seguro, que anduve menos que lo debía, que tengo que beber más agua o que me ofrezca detalles de mi fase REM. Si fulana y su novio han subido unas fotos de su viaje de novios, me es indiferente. Yo lo que quiero es un reloj que al mirarlo me diga que son las dos y diez, porque de ahora en adelante, en lugar de conectarme, mi plan es desconocer, desentenderme y desaparecer para contemplar. Terminaré viviendo en una cueva abrigado con pieles, observando cómo el mundo se acaba.
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