Tribuna abierta
Las aduanas de Ceuta y Melilla y su contexto
Las de Ceuta y Melilla son fronteras exteriores de España y de la UE, y no solo se está humillando a diario a un Estado miembro, sino también a toda la Unión Europea

La confusión reinante desde hace años, y agudizada en las últimas semanas, en relación con la aparentemente próxima reapertura de la aduana entre España y Marruecos en Melilla, y la inauguración de otra entre ambos países en Ceuta, debe inscribirse en el marco general de las estrategias híbridas que, desde antiguo, nuestro vecino del sur utiliza contra nuestro país.
Una de estas estrategias, y todas ellas están orientadas a generar una 'zona gris' permanente en las relaciones bilaterales con el fin de obtener el máximo beneficio para los intereses marroquíes, fue el cierre sorpresivo en 2018 de una aduana que venía funcionando entre Melilla y el territorio marroquí colindante desde el siglo XIX. Fue un primer aviso de que Marruecos había decidido acelerar su inaceptable reivindicación de Melilla y de los demás territorios españoles en el norte de África (Ceuta, los peñones de Vélez de la Gomera y de Alhucemas y el archipiélago de las Chafarinas). Después vendría, a partir de 2020 y aprovechando la excusa del Covid-19, el cierre de las fronteras con ambas ciudades autónomas y la creciente asfixia económica a la que desde entonces y hasta hoy las somete.
Recuperada la supuesta 'normalidad' en las relaciones hispano-marroquíes a partir de 2022, en las circunstancias de todos conocidas, nada ha cambiado en lo referente a los territorios españoles pues Marruecos sigue reclamándolos y con sus estrategias híbridas sigue alimentando la confusión. Una de ellas viene siendo la creación de un atisbo de esperanza en círculos de las ciudades en relación con la reapertura de la aduana con Melilla y la inauguración de una aduana con Ceuta. Y adereza tal escenario con 'experimentos técnicos' con cobertura mediática y con confusas actitudes políticas. Como colofón se producía el pasado 8 de enero una puesta en escena de lo que debía ser la entrada en funcionamiento de las aduanas, maniobra que no llevó a nada.
Marruecos ha vuelto a salirse con la suya alimentando, y de qué manera, las expectativas en algunos círculos de las ciudades y estimulando el agrio debate interno que le interesa que se produzca a nivel nacional español. Este se define por la difícilmente sostenible posición de nuestro Ejecutivo, de los ministerios de Asuntos Exteriores y del Interior y de la Presidencia del Gobierno, y por la lógica protesta desde las ciudades y desde la oposición.
Lo importante en términos de presente y de futuro –nos sorprenda Marruecos con la puesta en funcionamiento (improbable) de las aduanas o no– es que cerremos filas frente a una situación del todo inaceptable tanto para España como para la Unión Europea. Las fronteras de Ceuta y Melilla son fronteras exteriores de España y de la UE, y no solo se está humillando a diario a un Estado miembro, sino también a la única organización internacional de carácter supranacional (de integración) que existe en el mundo. Marruecos lo hace día a día cuando no aplica el régimen de viajeros a quienes transitan, con dificultades impuestas desde que decidiera reabrir dicho acceso; lo hace cuando crea expectativas que algunos acaban creyéndose en España de que la entrada en servicio es inminente, y lo hace cuando sigue engañando a quienes se dejan engañar, dentro y fuera de España, con términos mendaces como son 'ciudades ocupadas', 'enclaves' o 'colonias'. Y todo ello mientras sigue sin ver contradicción alguna en beneficiarse cuando toca, y entre otros muchos privilegios de que disfruta, de la ventaja logística que supone aprovechar esas 'ciudades ocupadas' como cómoda vía de paso para sus súbditos en el marco de la operación Paso del Estrecho.
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