Por lo que sea
Esto te va a doler
¿Quién no ha empezado una semana con una molestia en la muela y ha acabado sangrando a plazos por la cuenta corriente?
Quizás, solo quizás

Los dolores no desaparecen: cambian de sitio. ¿Quién no ha empezado una semana con una molestia en la muela y ha acabado con un agujero en el bolsillo, sangrando a plazos por la cuenta corriente? Yo, a los amigos, ya los despido cuando van al ... dentista como si fueran a la guerra: que la fuerza te acompañe, que los vientos y los astros te sean propicios, rezaré por ti con la fe de un pasajero en un avión con turbulencias, ojalá vuelvas entero, te quiero, tío, te quiero, no olvides que aquí siempre habrá alguien que te espera, que piensa en ti.
—Me han dicho que tengo que volver mañana, para que me vea el periodoncista.
—Ya lo siento.
—Y yo.
Al dentista entras con un dolor y sales con un presupuesto, además de una ampliación de vocabulario: curetaje total (quinientos cincuenta euros con el descuento del seguro), colgajo (cuarenta euros por pieza), raspado y alisado radicular cuadrante (ochenta por unidad), endodoncia multirradicular rotatoria (doscientos ochenta), corona sobre implante (cuatrocientos), y así. ¿Y todo para qué? Para que esa muela que te hizo el domingo imposible se convierta en un dolor de fin de mes. Es un poco como el aumento del gasto militar.
A estas alturas, cuando me preguntan si no invierto («tener quieto el dinero es muy caro», «piensa en la inflación», etcétera), lo que hago es sonreír como si fuera el protagonista de 'La naranja mecánica' y decir: aquí está mi plazo fijo. Hago lo mismo cuando me preguntan cuál es mi posesión más preciada.
No sé qué capricho es este de calmar un dolor de boca, supongo que el mismo de comprarte un audífono para no ir sordo por la vida o unas gafas para recuperar la visión nítida. ¿Dónde empieza la necesidad? Sospecho que será cerca del riesgo de muerte, pero este país es un misterio: a los funcionarios públicos les paga la sanidad privada, y mientras tanto a los ciudadanos les niega tantas cosas... He empezado a recopilar argumentos para un posible manifiesto por la salud bucodental universal. El primer punto será: nada hay más parecido a un genocida que un hombre con una buena caries. Tengo muchas esperanzas puestas en ese argumento, ahora que estamos tan sensibilizados contra el fascismo y sus alrededores. ¿Y si metemos el gasto bucodental como gasto en Defensa?
La próxima vez que vaya al dentista y me ofrezca un presupuesto le voy a decir lo mismo que la portavoz Pilar Alegría al salir del Consejo de Ministros:
—Prorroga el último que me hiciste, que no es cuestión de perder el tiempo.
—Pero esto te va a doler.
—No lo llames dolor, llámalo salto de sensibilidad.
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