sin punto y pelota
Selección viene de seleccionar
Me temo que lo que funciona en el deporte jamás se querrá ya en la enseñanza
La gesta de la selección española de baloncesto merecía los análisis pausados de cómo ha sido posible ganar el Eurobasket desde unas expectativas tan modestas como para que las casas de apuestas nos situaran como séptimos. Podría ser lógico: unos chavales posiblemente abrumados por los ... éxitos de sus antecesores que, a diferencia del gran público, los conocen de sobra y han estado ahí ejerciendo de mentores, como Carlos Jiménez, excapitán de la selección, actual manager de España, siempre discreto e importante. La victoria de la selección absoluta ponía un broche de oro a un verano de grandes éxitos de las categorías inferiores. Hay cantera. Chavales de clubes que vuelcan datos de partidos semanalmente con estadísticas individuales para la Federación, chicos que aceptan desde bastante pequeños que los dividan por niveles. Hasta cinco, como es el caso de Los Guindos y Unicaja en Málaga, de cuyas canchas salió Alberto Díaz, base pelirrojo revelación de España.
En esas canchas, donde miles de malagueños han pasado las tardes de sus infancias y adolescencias, se entrena con el mismo entusiasmo a los que pueden llegar a la élite como a los que lo hacen por amor al deporte sin más. Se trabaja duro, se acepta que no todos tienen el mismo potencial y se respeta la autoridad del entrenador. Justo lo que no se hace en la educación académica. Curioso. Ahí están los resultados del deporte español, ahí nuestros índices de fracaso escolar y el posicionamiento de las universidades en los ranking internacionales.
¿Se imaginan un Ministerio de Educación que, a modo de la Federación Española de Baloncesto, sepa con datos de pruebas objetivas dónde estudian los alumnos que tienen más potencial? ¿Centros de alto rendimiento académico? ¿Que se recibiera en La Moncloa, como hizo Obama con la selección de EE.UU., a los olímpicos de matemáticas? ¿Que hubiera un equipo de ojeadores recolectando el talento precoz de miles de niños con programas específicos para ellos? Hay intentos notables que pasan desapercibidos, como Estalmat, maravillosos profesores que refuerzan el menú normal de decenas de niños por toda España con clases de Matemáticas en facultades los sábados. O el CFIS de la Politécnica de Barcelona, que va reclutando a esos niños olímpicos en Mates, Físicas, Informática para enrolarlos en su centro, previa aprobación de un examen, al margen de Selectividad.
Ayer, Inger Enkvist escribía en La Tercera una tribuna en la que señalaba el igualitarismo y el antiautoritarismo como detonantes de una educación siempre en crisis pese a tener más dinero que nunca, menos alumnos y más tiempo para estudiar. Una educación en la que se tiende a quitar la competitivad (¿dónde están los cuadros de honor de hace décadas?) mientras se fomenta en el deporte por la tarde. Competir motiva y no te hace peor persona. Es más, se puede competir y ayudar.
Pero me temo que no, que lo que funciona en el deporte jamás se querrá ya en la enseñanza. Es mejor ser unos incultos adoctrinados aplaudiendo a los que se esfuerzan en la canasta. A una selección que selecciona.
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