SIN PUNTO Y PELOTA
Sección Femenina espabilada
No entiendo por qué las empleadas del hogar necesitan un cursillo de riesgos
Honrada insubordinación
Valientes contra un muerto, suaves con Maduro
Una vez me quemé la mano abriendo una bolsa de brócoli calentada en el microondas. Una guarrada, lo sé. A quién no le ha saltado el aceite friendo un huevo. Quién no se ha quemado un poco, despistada, con la plancha. La lejía la ... tuve a buen recaudo de los niños cuando eran pequeños y supe hacerlo sin asistir a un 'webinar'. Estamos a un paso a que tenga éxito una 'escuela de la vida adulta', como algunas que se pusieron en marcha en EE.UU. hace años, donde enseñaban a coser un botón
Ahora, sin embargo, mi percepción de los riesgos hogareños ha cambiado. La vuelta al cole del Gobierno llega con la asignatura de «vamos a cansaros un poco más con burocracia». Las empleadas del hogar –esas señoras que han permitido organizarse la vida a muchas altas ejecutivas, aspiración supuestamente universal en mi género– tendrán que hacer un cursillo de riesgos laborales sin que la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, haya dicho ni mu sobre las trabajadoras que pasan la fregona en hogares ajenos porque tuvieron que abandonar su hogar, Venezuela, por riesgos vitales y laborales. En cualquier caso, no entiendo por qué las empleadas del hogar necesitan un cursillo de riesgos y las amas y amos de casa no. Puede que estén en ello, pero anden todavía preparando los chiringuitos de formación para impartirlos, a ver si podemos repetir algún escándalo de cursos, como los que tuvimos en Andalucía. Primero fue exigirlo para tener una mascota, luego aquella campaña de que los hijos no eran nuestros y, todo se andará, a lo mejor pretenden exigirnos un certificado para habitar una vivienda, con su aprobado en gestión de riesgos. Aunque a este paso no se formarán nuevos hogares. Como están los precios con la exitosa ley de la vivienda, solo se van a poder comprar casa los bolichicos, que es como se llama a los ricos venezolanos que pactaron con el chavismo para poder seguir jugando al polo en Sotogrande con desahogo.
Por ahora, Yolanda Díaz, que plancha sin cursillo, ha decidido que las empleadas del hogar reciban ese curso en horario laboral pero no así las mujeres que se dedican a su casa a tiempo completo, que siguen existiendo pese a que algunas feministas les gustaría obligarlas por decreto a dejar de estar explotadas por el patriarcado, por muy libres que se crean ellas. La sabiduría que se les presupone a las amas de casa no la tienen, según el Gobierno, las empleadas del hogar, por muchos años que lleven ganándose la vida haciendo casas para que sus hijos se las puedan hacer en Perú, por ejemplo.
Puede que sea una inconsciente y el hogar esté lleno de riesgos necesitados de cursos subvencionados. El otro día, en un mercadillo, me hice con 'Economía doméstica', de la Sección Femenina. «En ocasiones puede, por confusión, ingerirse un veneno, con un resultado trágico», empieza un párrafo. En general, es muy ilustrativo y da buenos consejos. Eran unas pioneras las de Pilar Primo de Rivera. Pero no descubrieron el negocio de la gestión de la burocracia a manos del Gobierno. Siempre por nuestro bien.
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