SIN PUNTO Y PELOTA
Cobardes, valientes
Cobardes son las que enseñan las tetas en una iglesia y no acuden a una mezquita a reclamar igualdad de derechos para las mujeres en tantos países islámicos

Hemos estado tan ocupados en los últimos años fabricando víctimas de ofensas, de delitos de odio, de micromachismos, que hemos olvidado celebrar a los valientes. Pese a todo, estamos bastante programados para admirar a quién se la juega por una buena causa. Pero si los ... clásicos, que de educación sabían algo más que los modernos pedagogos que cultivan el penismo, echaban mano de historias heroicas es porque sabían que más vale mirar hacia arriba que al barro.
No es por falta de héroes. Hay suficientes como para hacer capítulos de 'Barrio Sésamo' con mil ejemplos, al más puro estilo de la explicación de 'Dentro' y 'Fuera'. Valiente es el chaval que se enfrenta al grupo de chulitos que está metiéndose con un compañero en los baños del instituto y cobardes son los que se amparan en su superioridad numérica o física para amenazar. Valientes, pues, son los chavales de S'ha Acabat que montan carpas en los campus de las universidades catalanas y cobardes son los que les insultan, protegidos, además, porque les ríen las gracias en los rectorados. Valientes son los endocrinos y psiquiatras que están posicionándose contra la 'ley trans' porque se están señalando frente a un sector del Gobierno y a la turba de las redes, que ya tienen amenazadas, por ejemplo, a Lucía Etxebarría o a la filósofa Amalia Valcárcel y, en el mundo, a J.K. Rowling, cancelada por los papanatas.
Valientes fueron los empresarios que denunciaron el chantaje en el caso Mercasevilla que llevó al hilo de los ERE porque iniciaron el desmontaje de un régimen y cobardes los cientos de andaluces que sabían lo que pasaba con los cursos de formación, con los ERE y con muchas subvenciones y ahora piden indultos. Cobardes son los que se creen que luchan contra un franquismo en las tumbas y arropan a los que incumplen sentencias judiciales para que los niños catalanes puedan aprender castellano en el colegio. Payasos los activistas que echan salsa de tomate a un cuadro de Van Gogh y valientes los que desde hace años defienden la energía nuclear frente a la corriente demagoga. Acusicas de la peor calaña los que señalan a científicos y médicos que expresan dudas sobre la eficacia de las vacunas Covid para que les cancelen en las redes sociales y valientes los que han arriesgado sus trabajos negándose a la vacunación obligatoria y el pasaporte Covid en muchos países que defienden la libertad de boquilla.
Cobardes son las que enseñan las tetas en una iglesia y no acuden a una mezquita a reclamar igualdad de derechos para las mujeres en tantos países islámicos. Valientes, heroínas, son las iraníes como la escaladora Elnaz Rekabi, que compitió sin velo en Seúl, mientras sus compatriotas se juegan la vida en las calles de Teherán. Cobardes todas las políticas feministas europeas que celebran el velo como muestra de inclusión.
Valentía es una de las virtudes señaladas por Aristóteles quien señala a la audacia y a la esperanza como aliadas. Así sea en Irán y en tantos sitios y situaciones donde abundan cobardes que mandan callar.
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