sin punto y pelota
Esas chicas jueces
No, no les gustan estas juezas que curran en una verdadera democracia. Por ahora. Mientras la independencia judicial sobreviva
Conspiranoicos con Bono
Occidente colocado
La izquierda tiene problemas con los jueces. Uno obvio y actual y otro, en general. Se creen que la ideología pinta algo cuando se aplica la ley para juzgar. Como son un saco de prejuicios, piensan que la mayoría tienen dinero, de ahí que ... puedan pasarse años opositando y, por tanto, son de derechas e irán a por ellos. No se miran ni el retrato de sus votantes, como si no conociéramos a adinerados socialistas. Y, aunque cada vez menos, sacan a sus obreros de la O del PSOE a pasear. Por eso, el vicepresidente del Congreso, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, se planta en la tribuna y lanza un tremendo bulo sobre el origen social de los jueces. Dice, tan pancho, que la democracia, la verdadera democracia, llegará el día en el que los hijos de los obreros puedan acceder a la judicatura. Convendría empezar por decirle que si no llegan más es porque las políticas de izquierda en la educación han logrado que los hijos de los obreros –esos que están abandonando el voto llamado progresista– fracasen mucho más académicamente que los que tienen medios. Son ellos los que han roto el ascensor de la movilidad social de la educación. Por ahora, para llegar a juez hay que haber estudiado antes Derecho.
Se equivoca, y lo sabe, el político socialista cuando habla de endogamia en la carrera judicial. Son factos, que dicen los adolescentes: sólo el 5 por ciento de los nuevos jueces tiene familiares en la carrera. Se ha debido de quedar en el 73, con Bowie y T. Rex. La izquierda feminista, además, debería presumir de dos casos meridianos de éxito de las mujeres en el acceso al mercado de trabajo: la medicina y la judicatura. Sólo hay que ver las facultades de Medicina y las fotos del Rey cuando entrega los despachos a los nuevos jueces. Casi se podría decir a las nuevas juezas. Pero no presumen porque las intuyen pijas y de derechas.
Y, no, no son para nada unas niñas pijas hijas de magistrados que estén dispuestas a un peregrinaje por toda España hasta llegar a su plaza fija. No lo era la juez Alaya ni tampoco lo es una de las juezas que más divulgación hace en redes, @ladycrocs, Teresa Puchol, se sacó Derecho y la oposición currando de todo, porque no tenía nada. Marta Campos es una de las jueces más jóvenes de España, hija de minero jubilado y ama de casa, y cuenta que quiso hacerse juez al ver a Alaya con su 'trolley' entrando en los juzgados en los telediarios.
Lo que demostró Celis, primer escudero del sanchismo en Andalucía, época de la ruta en el Peugeot, es que querrían tener una tecla para fabricar jueces socialistas, hijos de obreros, que fueran amables con ellos. Se cree que lo lograrán con becas para opositores. No va a ocurrir sin cambiar el acceso a la carrera. Ahora tienen a chicas estudiosas, con voluntad de hierro, que no se amedrentan. Como Beatriz Biedma, la de Badajoz, tan intrigada por el trabajo y la residencia fiscal fantasma del hermano de Sánchez.
No, no les gustan estas juezas que curran en una verdadera democracia. Por ahora. Mientras la independencia judicial sobreviva.
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