Adiós, Canal Toros

Una pena. Canal Toros nos ha dejado huérfanos a muchos espectadores de la Fiesta. Ha sido como la inesperada muerte de un viejo amigo. Seríamos probablemente los menos, pero algunos nos apuntamos a la TV de pago por satélite sólo para ver las corridas de toros. Era 1997, en los tiempos en que la televisión por satélite se llamaba todavía Vía Digital, nombre que aún figura en la antena parabólica que tengo arriba en la azotea, harta de dar toros desde estos primitivos tiempos en que pertenecía a Telefónica y no al Grupo Prisa de Polanco, con su rival Canal Satélite Digital, con el que en 2003 se fusionó para crear la plataforma Digital+.

Seremos muchos los veteranos espectadores que echaremos de menos aquellos tiempos fundacionales, cuando Manolo Molés, acompañado por Antoñete, iban como un puesto de turrón, de feria en feria, para ofrecernos lo mejor que cada abono. Ay, Feria de Sevilla con Molés retransmitiendo y dando en los intermedios espectaculares vistas de la ciudad y de su río tomadas desde la grúa que ponían sobre el ruedo de la plaza del Arenal. Ay, San Isidro, con sus pañuelos verdes, con el todo Madrid en los mejores tendidos. Ay, San Fermín, con el público de las peñas empapado en el color rojo del vino y cantando el «pero sigo siendo el rey» o «La chica yé», y con el alcalde del Sol bajando al ruedo a poner el pañuelico a los toreros triunfantes. Ya nada será igual.

¿Tendremos todo esto en el dichoso 'streaming' de One Toro? ¿Lo podremos ver desde la televisión como siempre, la de un Canal+ Toros que después fue Toros TV y al final Canal Toros? ¿Tendremos la suerte de que los que vienen con el 'streaming' nos pongan algo así como un Netflix Taurino para poder seguir viendo donde escuchábamos los comentarios de Fernández Román o de Roberto Domínguez, en esta acumulación de recuerdos sobre tantos grandes profesionales que hicieron tanto por la Fiesta desde la TV durante casi tres lustros? Y que, paradójicamente, aguantó y fomentó la afición en los peores tiempos de la pandemia, con las plazas medio cerradas y los ganaderos mandando las reses bravas al matadero por falta de corridas. Y lo peor es que quien se había acostumbrado a ver cómodamente los toros desde el sillón de su casa no volverá a la plaza.