LA TERCERA
La carta de Sánchez y la regeneración de la democracia
Muchos han visto en la carta de Sánchez su suicidio político. Uno de los significados de la palabra regenerar es mejorar y para mejorar la democracia española es prioritario defender el Estado de derecho, en sus medios y en su independencia
Caudillo pero enamorado
![La carta de Sánchez y la regeneración de la democracia](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/opinion/2024/04/29/240430Tercera.jpg)
Se ha convertido en un lugar común la observación de Marx, a propósito de la afirmación de Hegel de que la historia siempre se repite, de que esta reiteración de los acontecimientos históricos primero se manifiesta como tragedia, pero después lo hace como farsa. La ... tragedia representa el sufrimiento humano, el dolor y la muerte propios de nuestra condición. Pero la farsa atiende a lo cómico, lo ridículo y hasta denomina a una compañía de comediantes. Marx buscaba así señalar que el autogolpe de Estado realizado por Luis Napoleón Bonaparte el 2 de diciembre de 1851 no debía leerse al trasluz de la figura de su célebre tío, el primer Napoleón Bonaparte, porque lo que en el corso señalaba cierta grandeza, la tragedia; en el sobrino brillaba por su mediocridad, la farsa.
La circunstancia que motivó la reflexión de Marx era que las críticas de Victor Hugo y de Pierre-Joseph Proudhon al golpe del sobrino de Napoleón nacían viciadas, porque al centrarse en la ambición del personaje y en su falta de escrúpulos para conculcar la legalidad, lo que hacían era engrandecer su figura de una manera injustificada y desmedida. Para Marx, lo importante era hacer ver cómo «las circunstancias y las condiciones (…) permitieron a un personaje mediocre y grotesco representar el papel de héroe».
Maquiavelo denominaba a las circunstancias en las que opera la acción humana Fortuna y sostenía que ésta nos puede ser adversa o favorable. Para el florentino la virtud del político no refiere a su moral, ni tampoco a su patriotismo, su devoción al bien común, sino a la astucia que le permite alcanzar el poder y conservarlo frente a las circunstancias. La lucha entre Virtud y Fortuna es un tema favorito del Renacimiento sobre el que hay mucha iconografía. Muchos han seguido la recomendación de Maquiavelo de que la audacia, el llevar la iniciativa frente a las condiciones adversas, es un instrumento de la virtud puesto que, al ser la Fortuna voluble y débil, permite sojuzgarla y vencerla. Pero Maquiavelo no es un apologeta de la audacia para toda circunstancia.
Es más, no compartiendo el florentino el fatalismo del cristiano, que lo fía todo a la providencia; tampoco es un creyente de la voluntad omnipotente, que hace al hombre dueño absoluto de su destino. Maquiavelo, más prudente, concede que en nuestras acciones triunfa nuestra voluntad, a lo sumo, la mitad de las veces, porque, a la postre, las condiciones que no controlamos son las circunstancias en las que nos desenvolvemos.
Por ello, para Maquiavelo era tan inepto el político que no estudiaba la materia sobre la que fundar su toma del poder y su manera de conservarlo, como el gobernante que confundía su suerte con su virtud y pensaba que duraría siempre. El político vanidoso es el que encumbrado por las circunstancias propicias lo atribuye a su propio mérito, de modo que piensa que la Fortuna le será siempre favorable. Pero, como acabo de señalar, la Fortuna es voluble y la audacia encuentra su límite en el político vanidoso cuando ésta se le vuelve adversa.
El 24 de agosto de 1954, Getulio Vargas, presidente de Brasil, se sentía abandonado por la Fortuna. Había contra él un ambiente de hostilidad generalizado y de alguna manera se le acusaba de haber hostigado a la oposición hasta el punto de responsabilizarle del intento de su eliminación física. Conminado por los militares a dimitir como medio de pacificar el país, decidió antes suicidarse, dejando una interesantísima carta que era una despedida, pero, sobre todo, un hasta siempre, que convertirían a este documento en uno de los textos sagrados del populismo.
Comenzaba Vargas su carta señalando que nuevamente las fuerzas y los intereses contrarios al pueblo se habían coordinado para lanzarse sobre él y lo enunciaba así: «No me acusan, me insultan; no me combaten, me calumnian y no me dan derecho a la defensa. Necesitan sofocar mi voz e impedir mi acción, para que no continúe defendiendo, como siempre defendí, al pueblo y principalmente a los humildes». Después venía una larga enumeración de todo lo logrado en favor del pueblo brasileño, desde la creación de grandes empresas estatales como Petrobrás, a la mejora del salario mínimo, para concluir con estas emotivas palabras: «He luchado mes a mes, día a día, hora a hora, resistiendo una presión constante, incesante, soportándolo todo en silencio, olvidándolo todo, renunciando a mí mismo para defender al pueblo que ahora se queda desamparado. Nada más os puedo dar a no ser mi propia sangre (…) Escojo este medio para estar siempre a vuestro lado (…). Mi sacrificio os mantendrá unidos y mi nombre será vuestra bandera de lucha. Cada gota de mi sangre será una llama inmortal en vuestra conciencia y mantendrá el toque sagrado para la resistencia. Al odio respondo con perdón». Su muerte, de un disparo en la soledad de su despacho, y esta carta produjeron una oleada inédita de emoción que aún se siente en la sociedad brasileña. Vargas murió para vivir siempre entre los brasileños.
El actual presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, publicó en las redes sociales una carta dirigida a la «ciudadanía», a las siete de la tarde del 24 de abril de 2024 que justificaba en «la gravedad de los ataques» que estaba recibiendo él mismo y su mujer; y que enmarcaba en una «operación de acoso y derribo por tierra, mar y aire» para intentar hacerle «desfallecer en lo político y en lo personal atacando a [su] esposa». La campaña, nos decía, lleva ejecutándose desde hace años instigada por los partidos de la oposición y con la ayuda de medios de comunicación y de la judicatura. Por ello anunciaba su reclusión en la privacidad más absoluta para tomarse cinco días de reflexión con el propósito de madurar la decisión de dimitir o no de sus responsabilidades políticas. Durante este tiempo, vivido con desconcierto y orfandad por el PSOE, sus correligionarios fletaron autobuses para personarse frente a la sede del partido e improvisaron una manifestación con el propósito de pedirle que no renunciara. Concluido el plazo, ayer, comunicó desde La Moncloa que había escuchado la voz del pueblo y que seguiría, pero no para nada personal, sino para regenerar la democracia española. Muchos han visto en la carta de Sánchez su suicidio político.
Uno de los significados de la palabra regenerar es mejorar y para mejorar la democracia española es prioritario defender el Estado de derecho, en sus medios y en su independencia. También se puede mejorar la democracia protegiendo y alentando el ejercicio de una opinión pública libre, no sujeta a amenazas ni chantajes. Por último, la buena educación en política se predica con el ejemplo y regenerar también significa hacer que «alguien abandone una conducta y unos hábitos reprobables». En este sentido sería oportuno, por ejemplo, permitir preguntas en las ruedas de prensa, contestar a las interpelaciones de la oposición en las sesiones de control del Parlamento y utilizar un lenguaje respetuoso con la oposición. La democracia no puede convertirse en una farsa apelando a su mejora.
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