bala perdida
Viudas sin papeles
Resulta que hay viudas que son unas señoras sin papeles, después de que se les muera un marido porque sí
Mayra y sus musas
Puerto Hurraco
Parejas hay dos: las que la administración acredita, y luego las otras, que no tienen más papel que el albarán de la compra a dúo en Carrefour. Las primeras, las avaladas por la papelería legal, pueden venir del notario o bendecidas por el padre Ángel. ... Las otras, desembocan en una viudedad que mejor se diría orfandad. Lo acabamos de leer aquí en ABC, donde un ramo de viudas de edades diversas acuden a Madrid, a reivindicar alguna respuesta cabal a su desierto civil, tras la muerte de la pareja, porque la nueva Ley de Familias no las acoge. El Gobierno se da mucho reprís en aparejar los trámites para transitar de Manolo a Manoli en un pispás de fin de semana, pero no incluye en una ley de eslora a las viudas que no pueden demostrarlo, documentación en mano, aunque han cumplido a bordo del amor media vida. Sabe cualquier peatón que si vas a la ventanilla de la administración siempre falta un último papel, pero ahora ocurre que falta el primero, o sea, el folio esencial que acredite un vínculo, porque el último papel, el papel de defunción, nunca falta. De modo que hay viudas vía notarial, o bien vía religiosa, pero no constan las viudas sagradas y amantísimas que han entregado su vida en común a lo que en rigor importa: la mejoría de la vida del otro. Ahí han estado estas mujeres, a pie de enfermedad, por ejemplo, hasta que el otro se muere, y la familia resulta una soledad que no tiene pensión ni comprensión, porque no consta como tal en ningún registro. Tenemos ya muchos modelos de familia, pero nos falta el modelo primero, coño, que sólo se sustenta en el amor sin papeleo. Resulta que hay viudas que son unas señoras sin papeles, después de que se les muera un marido porque sí, que es el que vale, pero no vale. Contemplamos ahora muchos modos de familia, aunque no contemplamos el exotismo de quien ha pasado la vida sólo en la atadura del querer, sin preocuparse de sacar una mañana para rellenar los impresos del amor en una ventanilla. Además de viudas, solitarias sin papeles.
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