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bala perdida

Violación accidental

El contrato abarca varias páginas, y en su concreción reúne algo de pliego de pacto de actores porno

El olvido sexual

Fraude de barba

Ángel Antonio Herrera

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Ya circula por ahí un contrato de consentimiento sexual, donde se detalla el kamasutra a seguir, firmado por ambas partes. El contrato abarca varias páginas, y en su concreción reúne algo de pliego de pacto de actores porno, aunque concierne a particulares. Parece que el ... contrato ha pillado un auge holgado entre futbolistas, mayormente, desde el caso de Dani Alves, y quizá algún otro. En principio, ese contrato es directamente inútil, porque no se puede firmar un aval sobre algo que aún no ha ocurrido. En el sexo, pudiera conocerse el principio, pero nunca el final. Aunque se avalara aquí un consentimiento, incluso, no puede acreditarse, mientras te quitas ropa, que ese consentimiento va a sostenerse exacto durante un rato de ajetreos, que por cierto también es un rato tasado, con horario y todo. Yo he pensado enseguida que esto es un triste bulo alegre de las redes, pero hay testimonios de usuarios, o implicados, que lo niegan, y hay, sobre todo, un capítulo de ese contrato insólito donde se contempla «la violación accidental». Para mí, esto descarta el bulo. Y nos da de paso un susto. La acuñación es un ingenio tan insólito como el contrato mismo. Aunque quizá más, por significado insostenible. La violación nunca es accidental. Yo creo que no existe mujer que firme un papel semejante, que, de momento, ya ha cruzado la discoteca con la notaría, eso sí. Más allá del exotismo de este contrato de papel mojado, resulta que se delata, con el caso, que el sexo puede cumplirse, pero metiendo antes al abogado en la cama. No hay otra ley que la libertad, y ese es el acuerdo único, nunca la papelería loca donde consta el relato de lo que aún no ha sucedido. El consentimiento es previo al sexo, obviamente, pero el consentimiento es sostenido o no, durante cualquier consumación, con lo que el arbitrio previo resulta, en todo caso, una fantasía sexual. Que jamás llega a resolverse, obviamente, como ocurre con las verdaderas fantasías sexuales.

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