BALA PERDIDA
Contra el propósito
El personal se divide en dos: los que se aplican y los que más bien no nos aplicamos
María Dolores Pradera, con el alma de brazos abiertos
Villancico de intemperie
Propósitos yo creo que hay dos, abreviando: el que hacen los otros y el nuestro, que es el propósito que nunca cumplimos. Quiere decirse que hay el propósito suplicio y el propósito pendiente. Que a veces son lo mismo. Ahora se da mucho el tostón ... por ahí con perder los kilos ganados en Navidad. Servidumbre de las fechas, tortura del calendario. El tema parece venial asunto, pero influyen más en nuestra vida los camareros que los ministros, y antes los restaurantes que el Consejo General del Poder Judicial. De modo que el año empieza ante el espejo. Esto es noticia siempre, pero ahora más. Y así nos salen dos dietas, la propia y la ajena, y dos gimnasios, el de ir al gimnasio y luego el gimnasio de ir mejor mañana o pasado mañana, que es el gimnasio de toda la vida. Con todo esto nos va saliendo que el personal se divide asimismo en dos: los que se aplican y los que más bien no nos aplicamos. Entre unos y otros está la chica de capricho, la 'fashion victim', o el novio de poliamor, que se apuntan todos al menú zen, a la crema prodigiosa, y al footing intensivo, porque hay que llegar al verano hecha una sílfide, o un apolo, y Benidorm, o Ibiza, no perdonan. Nos venimos dando a una cultura de la belleza, que no es cultura ni nada, sino nueva y voluntariosa esclavitud de modernos que se juegan la salud por llevar fina la braga náutica y salir con perfil de navaja en las fotos de recuerdo más o menos soleado. El gimnasio y la dieta, si apuramos, resultan sólo dos labores menores de la peligrosa y brutal afición por gastar la camisa una talla menos o enseñar el ombligo bachiller a la afición. Por fardar en los chiringuitos de jóvenes y guapos y delgados, que no es, necesariamente, estar en forma, sino quizá lo contrario. Suena un poco maricona apuntar aquí que lo importante es la belleza interior, pero hay que decirlo. O sea, más chuletón y menos laxante. Menos mancuerna y más siesta. Hay que tener propósitos, en estas fiestas de paz, turrón y credulidad. Sobre todo, para no cumplirlos.
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