BALA PERDIDA

Prohibamos a la guapa

Verse sin verse conlleva siempre la seguridad de equivocarse y la garantía de la injusticia

Los chinos ya promueven entrevistas de trabajo a los aspirantes con careta puesta. Se trata de resultar pulcramente objetivos, en el análisis de candidatos laborales, porque no les ves nunca la cara. La bobada es importante, y acaso cundirá enseguida, porque toda nadería es ahora ... una revelación. Y lo mismo hasta acaba en ley. Sobre todo, si tiene que ver con el machismo, inventado o no, que no nos deja respirar. Yo creo que no verle la cara a quien vas a hacerle luego un contrato es un error tan incalculable como fichar a alguien porque es Miss Moscú, o Míster. Quiero decir que conviene entrevistarse también con la gestualidad de un aspirante, y con la alhaja de sus ojos, incluso, que suelen hablar un idioma que no viene en el currículo, entre el inglés conversacional y el francés grado alto. Esta tontuna última de una empresa china, que ya verán ustedes cómo nos la tomamos enseguida muy en serio, encubre finalmente una censura, la censura de la belleza. Que es como avalar que la belleza es sospechosa. La careta conviene, no vayamos a hacer fija discontinua a una guapa, no vayamos a cerrar por la vía de urgencia un contrato a un apolo que además estudió en la Sorbona. No puede inquietarnos tanto esta novedad china, porque aquí ya hay sitios donde no se aporta foto, en la propuesta laboral, no ocurra que unos ojos verdemar nos traigan la perdición, no ocurra que al final despreciemos a una rubia fastuosa en el camino. En cualquier caso, verse sin verse conlleva siempre la seguridad de equivocarse, y la garantía de la injusticia, porque hemos prohibido así a una guapa, y la guapa tiene todo el derecho a no ser prohibida, antes de un empleo, y si luego va al paro. En los vestuarios de las tenistas, en los podios de bólidos, y en el atavío de las muchachas del voleibol, citando deprisa, hemos prohibido lo que es «demasiado sexy», que es cosa que no sabemos seguro qué es, pero que no hay quien pare. A tantas del deporte no les queda otro remedio que ser feas, o bregar en chándal. A las chinas que buscaban trabajo con careta, también.

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