bala perdida
El olvido sexual
Víctima fue, Gisèle, desde la amnesia estratégica. Ahora ha podido ver la verdad escalofriante de su vida
Fraude de barba
Chabolas en plaza Oriente
Impresiona el caso de Gisèle Pélicot, drogada por el marido, para ser ofrecida como mercancía sexual a desconocidos. Hay alguna realidad de sótano, como ésta, que cuesta verla en la ficción, incluso, por monstruosa. Más allá del caso en curso, con ser mucho caso, ... me interesa la valentía altísima de esta mujer en conocer que fue violada, en multitud, cuando ella no se acordaba de nada. Saquearon su intimidad última, mientras ella dormía en la tiniebla del fármaco, y hasta se atrevió el marido a grabar las escenas de la barbarie. Víctima fue, Gisèle, desde la amnesia estratégica. Ahora ha podido ver, en esos vídeos inconfesables, la verdad escalofriante de su vida, que no le constaba. No sé yo qué destrozo, o qué alivio, puede provocar en una mujer la contemplación de esas escenas, que estaban el olvido, y que por propia voluntad ella rescata, vivísimas, para su pasado, que inevitablemente invade así su futuro.
Quiero decir que estamos ante una víctima clamorosa que no tiene memoria de su calvario, pero que prefiere inaugurarla, de pronto, vía grabaciones, con lo que el mal es una novedad que acaso podía haberse ahorrado. Es un caso de Alzhéimer benéfico, el suyo, una amnesia nutricia que pudiera evitarle dolores impensables, en el presente, porque no había huella en ella del ultraje continuado, pero Gisèle ha escogido verse en una película de pesadilla de cuando ella estaba en el colocón de farmacia que le preparaba su verdugo conyugal.
Se aconseja el olvido, cuando los duros capítulos de la vida acreditan que la vida no es vida. Los profesionales de la mala vida, que a veces es la buena, procuraban no excederse en el alcohol o la droga, porque si no recuerdas nada de lo vivido es que lo vivido no existió. Gisèle ya tenía el olvido, ante su existencia pésima, pero ha decidido la memoria casi homicida, en contra aquel verso esclarecedor: «Si pierdo la memoria, qué pureza». A ver ahora cómo se las arregla para olvidar un poco lo que siempre tuvo olvidado.
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