BALA PERDIDA
El libro maldito
En España estamos pillando la costumbre de opinar antes de que las cosas se concreten
Mazón, 'ninot' mayor
El resucitado Simón
José Bretón no es un fichaje primaveral de la editorial Anagrama ni el escritor Luisgé Martín es un basurero del crimen popular. Quiero decir que ha crecido una polémica sensacional a propósito de un libro, 'El odio', que nadie ha leído. El libro ... se ha consagrado maldito, antes de conocerse. Estamos ante el libro de la temporada, pero sin libro. Resulta que ahí dentro se confesaba el infame José Bretón, a propósito de su doble crimen. De momento ese libro anda retenido en almacenes, porque una madre se declara reherida con unas páginas que aún no se conocen, salvo la crítica que en ABC ha hecho el riguroso Juristo, que adorna el texto de «gran relato». A mí me tiene impresionado el estruendo que han movido gentíos diversos, indignadamente partidarios de velar por el dolor de una viuda de hijos ante el sacramento de la libertad de expresión. En España estamos pillando la costumbre escalofriante de opinar antes de que las cosas se concreten, con lo que prosperamos mucho en la maña de pontificar en alto sobre lo invisible. Lo sabemos todo de la nada, y antes de preguntar disparamos. Claro que conmueve la biografía quebrada de una mujer como la madre de los niños asesinados, pero no es tarea de un escritor la terapia de los maltrechos ni el reproche al malvado, sino la sed de riesgos que animen unas páginas memorables. La vida preferida de un escritor es aquella que le da un mejor libro, y Luisgé ha logrado cruzar cartas y conversaciones con un monstruo, durante años, con lo que su libro resultante es una difícil afinación impensable, que debiera publicarse. Los relatos de crímenes son un clásico antiquísimo, y a veces son flor de invención y otras tocho de sumario. Los ejemplos hasta aburren. Le cogemos adicción a las historias oscuras si suceden en Wisconsin, o Minessota, pero nos gusta prohibir las que prosperan en un pueblo de Córdoba. Eso, y que Bretón no es autor de ningún libro, y sí Luisgé, que tiene la libertad de no buscar inspiración sólo en el ángel de la guarda.
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