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bala perdida

El corsé de Swift

En Taylor me falta temperatura y me sobra escaparate

Okupas de chalé

La estafa trans

Ángel Antonio Herrera

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No acabo yo de pillarle a Taylor Swift el prodigio, la lujuria, el constipado. Quiero decir que llevo un tiempo estudiando el caso Swift, y me quedo en el enigma, porque no da calambre su obra, y ella me resulta distante y reaseada, como ... si entre lo suyo y lo mío siempre estuviera de enemigo el maillot espejeante, severo y compacto dentro del que se desmadra, sin desmadrarse. De manera que no me llega su temperatura, porque en Taylor me falta temperatura y me sobra escaparate, me falta despeinado y me sobra el chicle que no sé si gasta mucho, poco o nada. De entre la galaxia de las exitosas planetarias, me gusta más Beyoncé, que es un piano en minifalda, o bien Miley Cyrus, esa diabla alegre, de la que me enamoré en los Grammys últimos, y de ahí ya no salgo. Jennifer López es un ángel de cabaré, y Rihanna no me repercute ni mucho ni poco, porque siempre la sorprendo preparando un nuevo repertorio de tatuajes.

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