bala perdida
Cliente de los Chiripitifláuticos
Yo fui un crío de provincias que tuvo una trenca de color verde botella, para varios fríos. Aquel fui que también tuvo la infancia muy descerrajada a la calle, sin saber que nutría la última generación que jugaba en las aceras. Yo fui un forajido ... ingenuo que llegó a tener bicicleta, por Reyes, pero no una BH, que era el BMW de las bicis, sino una Torrot, que era la versión proletaria y todoterreno de la otra. De modo que yo fui, en general, un cliente de los Chiripitifláuticos, aquel programa para niños en los primeros años setenta, que puso estribillo de contento a nuestras tardes a la orilla del color y el calor de los cromos de Pirri o Santillana. Traigo aquí estos recordatorios espigados porque se ha muerto Luis González Páramo, el malo de los hermanos Malasombra, que animaba mucho aquella tribu de la tele, entre Valentina y el tío Aquiles. Su muerte es un poco el diagnóstico de la mía. Estas muertes importan mucho en mi vida, porque ya voy viendo que aquellas tardes de merienda se me están quedando sin gente, porque un día se apaga Amancio y el día de ayer mismo se apaga González Páramo, que se ha ido sin saber que ahí está en mi pasado, como un cascabel de hombretón de la tele de blanco y negro. El día en que le infancia se te va quedando desierta, o casi, es que ya vas jodido. Me ha deprimido felizmente la noticia de la muerte del hermano Malasombra, porque aún en la infancia pasan cosas, aunque la infancia resulta un patio donde no hay nadie. Yo vengo de la lírica del cinexín y del donjuanismo de guateque, que consistía en ir poniendo los discos. Vengo del aula con olor a pegamento Imedio y el cigarrillo a escondidas, de la media tarde con nocilla y la noche de los viernes en minifalda del 'Un, dos, tres', donde había más gafa que minifalda. El funeral por González Páramo lo hago yo en medio de mi infancia feliz, donde ya me falta un tipo, él mismo, que hacía gracias veniales, desde la tele, donde una tribu de jolgorio deviene en asamblea de difuntos. La vida, en fin, que cualquier día se muere.