La Dorada Tribu
Bisbal, el chico vitamínico
No diré que tiene un cancionero que emociona a los melómanos rigurosos, pero el tipo se lo ha montado, y consta en el escalafón de archifamosos
Cayetano, apolo de Armani, dandi de montera
Alaska, entre Nefertiti y Sara Montiel
A Bisbal le ha dado últimamente por aparecérseme en todos sitios. Si voy al aeropuerto, ahí me canta Bisbal. Si pongo el telediario, ahí sale cantando Bisbal, junto a Ayuso, incluso. Si me asomo al periódico, ahí está Bisbal, que resulta que se ha ... ido a cantar a Nueva York, pero en realidad yo sospecho que no se ha ido de aquí, porque vive cantando en todos los centros comerciales, bajo aquel lema del poeta, a quien no ha leído: existe la eternidad del instante. La eternidad del instante es Bisbal, decididamente, más allá de Raphael, incluso. Bisbal es novedad porque es Bisbal, yo creo. No sé si hace canciones nuevas, pero no para de cantar.
Un día soltó la frase estrepitosa «¿cómo están los máquinas?», y hala, a rodar por las teles. El máquina es él. Pero no de ahora. David Bisbal, así en general, es un tipo vitamínico que se ocupa de caer bien. Y lo logra. No diré que tiene un cancionero que emociona a los melómanos rigurosos, pero el tipo se lo ha montado, y consta en el escalafón de archifamosos. Lo de 'Operación Triunfo' lo ganó Bisbal, y no Rosa, porque el que ha hecho carrera de campeón ha sido David. Ya no es sólo un cantante, sino un atleta de la popularidad. Igual te anuncia un botellón de Freixenet que le pone alarido a un villancico, o viaja tres océanos, para un rato de causa benéfica. O para imitar a Bisbal, siendo él mismo.
Eso, y que saca un momento para cambiar de novia, aunque ya lleva un tiempo quieto en el amor de Rosanna Zanetti, su pareja en curso, si mal no recuerdo. Lo que yo veo en Bisbal es, sobre todo, que el chaval se organiza. Está en todos sitios, con más simpatías que genialidad, quizá, pero está, que ya es mucho. No parece un artista, sino varios. Si voy al banco, a ver mis calderillas, ahí suena Bisbal, si voy a YouTube, a saludar a Miley Cyrus, ahí interrumpe Bisbal, que resulta que ha logrado una última versión de 'Ave María', aullando desde un rascacielos.
Cultiva la imagen de antidivo, aunque a veces tanto buen rollito empalaga un poco
Bisbal se lo ha montado de Ricky Martin de Almería, pero con más rizos y menos gimnasio. En alguna época, recayó como guaperas de Miami, y allí mismo se buscó los amores convenientes o inconvenientes. Después de dar puerta o portazo a Chenoa, Bisbal encontró a Elena Tablada, que duró lo que duró. Pero quedó una hija emocionante y próspera. Ha logrado evitar el triunfo de resultar el timbre de quita y pon de los móviles, el éxito de ser el chico de un solo verano. Prefirió la discreción en sus noviazgos, porque es mejor así. Aunque tampoco ha sido famoso de esquivar la novedad sentimental, cuando tocaba.
Se aprecia a menudo que le importa mucho quedar como David, y no tanto como Bisbal. Un día lo vimos alrededor de la frase de éxito, dirigiéndose a los fans como «los máquinas». Cultiva la imagen de antidivo, aunque a veces tanto buen rollito empalaga, un poco, eso también es verdad. Tiene algo de vecino de provincias que de pronto se ha hecho famoso, de colega de jarana que canta villancicos en los relajos de agosto de la verbena. Es optimista porque sí.
A la carrera le ha puesto siempre mucho poderío, como si fuera un futbolista que prefiere ser cantante. Y así, ha sobrevivido a la carrera sin carrera de tantos fracasitos. Ha logrado el más difícil todavía: no llegar, sino mantenerse. Ya se ha convertido en un cantante que se lo ha montado. No es Raphael, pero funciona. No es Alejandro Sanz, pero le cantan mucho el repertorio en los karaokes. Y el que está en un karaoke es que ha llegado. Un máquina. Acorralado me tiene.