bala perdida
Bigote del folclore
A Muñoz, en su ley de subidón, desde que fuera camarero, le faltaba una peineta ilustre, y la tuvo
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Ley de infractores
Julián Muñoz fue chico de los recados millonarios de Jesús Gil y luego fue 'el bigote de la Pantoja', y así le fue. Se ha muerto en Marbella, ya de señor particular, y ese señor resucita al alcalde, que un día fue mandamás de puerto, ... y luego reo de fama. Las crónicas vienen recordando su prehistoria de camarero, y su pluriempleo en los platós de variedades. A Julián le dio tiempo a ser muchas cosas, y hasta sacó un momento para apañar el papeleo y dejar viuda con novio, Maite Zaldívar. Estamos ante una figura, Muñoz, del escaparatismo de la última Marbella del trinque, de la España soleada donde la corrupción urbanística prosperó entre campeonatos de cigalas y chavalas de tarifa. La aportación de Muñoz al desempeño público se rubrica en la cárcel, y luego está la contribución al chalaneo televisivo, donde avivó la desabrochada amenidad de concretar en algún momento la pareja de tres, él, su esposa y la cantante. Digamos que nunca se apartó de lucrar un personaje del folclore de garrafón, aupando la costumbre del pantalón hortera y los pelucos de futbolista. En las peluquerías de cualquier esquina hubo hora extra de cháchara sobre Julián e Isabel, que llegaron a tener el amor pendiente de un vis a vis, o eso se habló. Julián pudiera haber quedado como un alcalde trincón, tan hispánico, pero se quiso galán de la Pantoja, y así le pidieron cuentas los de Anticorrupción y le pasaron a cuchillo los de la salsa rosa. En algún rato, triunfó como el bigote con mejor caché de la tele, por encima del bigote de Íñigo y otros bigotes célebres. Fue un hombre millonario en causas pendientes, ante los tribunales, y un flojo poeta de exclusiva que añoraba la piel de una musa folclórica, que ya no quería oírle. A Muñoz, en su ley de subidón, desde que fuera camarero, le faltaba una peineta ilustre, y la tuvo. A Pantoja, en su vida de volantes y amoríos, le faltaba un hombre que trasnochara en el trullo, y también lo tuvo. Su muerte ha resucitado 'Aquí hay tomate', que llega hasta el telediario.
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