CABEZA FRÍA
Presupuestos, Estado fallido y Senado
Si un presidente no puede aprobar las cuentas anuales significa que ha perdido la confianza que le dio el Congreso
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Decía Alfonso Rueda este miércoles en el Club Siglo XXI que tenemos «un Estado que empieza a ser un poco fallido». Hay un listado enorme de ejemplos que atestiguan la inestabilidad política de nuestro país, pero el presidente de Galicia sostuvo su argumento con ... dos síntomas concretos e incontestables. El primero, la ejecución de los fondos europeos. «Estamos perdiendo una oportunidad increíble con esa lluvia de millones. Y la prueba es que lo poco que nos toca a las comunidades autónomas. Hablo en nombre de Galicia pero es algo general: se está ejecutando prácticamente en su totalidad. Pero los Perte industriales (a ejecutar por el Gobierno), que son los que tienen que mover la economía, casi un 40% están como el primer día».
Segundo síntoma, no gobernar y responsabilizar a la oposición. «La estrategia es decir que no pasa nada y que si pasa algo la culpa es siempre de los demás. Eso es lo que estamos viendo», dijo Rueda. «No puedo hacerlo porque usted (el PP) es el culpable», señaló parafraseando a Pedro Sánchez.
Mientras tanto, y a puerta cerrada, el propio jefe del Gobierno le daba la razón sin pretenderlo al confesar a algunos ministros que no habrá Presupuestos este año. Y no los habrá porque no tiene mayoría para aprobarlos. Quiere, pero no puede. No hay mayor síntoma de que el Estado no funciona como debe.
Se preguntará el lector por qué no sirve prorrogarlos. Le contesto por boca de un letrado de las Cortes: «no es solución porque es una ficción para evitar el cierre de la Administración, no un auténtico Presupuesto. Las diferentes partidas se mantienen en la prórroga sin posibilidad de cambio, aunque la situación económica y social cambie, como es lo habitual».
La ley de Presupuestos no es una ley cualquiera. Es el proyecto que permite cumplir la función de estabilización de la economía, salvaguardar las garantías sociales y dar cobertura a todas las normas y actos que dependen de su existencia. Es un proyecto necesario y reconocido así en la Constitución, que exige cada año su aprobación incondicionalmente y sin excepción alguna. No cabe que no exista, es indispensable. Los padres de la Carta Magna lo entendieron así y por eso es la única ley que tiene plazo de presentación, de aprobación y de vigencia: un año. El Congreso y el Senado tienen entre sus funciones tramitar los Presupuestos.
Si un presidente es incapaz de aprobar las cuentas del Estado significa que ha perdido la confianza que le dio la mayoría del Congreso en la investidura y que le permitió formar Gobierno. Y cuando esto sucede solo cabe la caída del Ejecutivo. Así lo entendió Felipe González a finales de 1995 y el propio Sánchez en 2019. Si el PSOE decide seguir en Moncloa tras reconocer que no tiene mayoría para cumplir con sus obligaciones constitucionales, el Senado no puede quedarse de brazos cruzados cuando puede presentar un conflicto de atribuciones ante el Constitucional por no poder ejercer sus funciones. Es obligatorio intentar evitar que España pase de ser un Estado «un poco fallido», como decía Rueda, a uno muy fallido.
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