EL BATALLÓN
La vergüenza va por barrios
En esas segunda y tercera fila del sanchismo, donde habitan Maroto & Martín (talento sin fin), es donde se halla su fuerza basal
Entre la Oca y la Chochona
Vida en el pantanol
Reyes Maroto -la exministra de Industria del sanchismo que desde mayo ha quedado para liderar la tercera (de cuatro) fuerza política en el Ayuntamiento de Madrid- anda completamente indignada por una viñeta del maestro Nieto en la que aparece un barco llamado Amnistía que se ... dirige hacia un puente como el de Baltimore que tiene forma del escudo de España. Sostiene Maroto que «es vergonzosa la falta de empatía y sensibilidad con las personas fallecidas en el accidente». Seguramente Maroto echa en falta la gran 'sensibilidad' y 'empatía' que tuvo ella con las miles de personas que se quedaron sin casa en La Palma cuando, como ministra del Reino de España, celebró entusiasmada la erupción del volcán porque era «un espectáculo maravilloso, que servirá de reclamo turístico». Idéntica 'sensibilidad' y 'empatía' que Maroto demostró con las víctimas del terrorismo cuando proclamó que «con Bildu nos ponemos de acuerdo para mejorar la vida de los españoles» (sic), pensamiento (o lo que sea esa deposición) que se ha viralizado en el partido sanchista desde que el delgado del Gobierno en Madrid, Francisco Martín, afirmara que Bildu «ha hecho más por España que los patrioteros de pulsera», pues «ha contribuido a salvar miles de vidas de ciudadanos apoyando el estado de alarma en los momentos más complicados». Y si no que se lo digan a las familias de los 853 asesinados, de los 77 secuestrados, de los miles de heridos y extorsionados españoles a los que -tirando del razonamiento de Maroto & Matín- el mundo de ETA 'mejoró' sustancialmente sus vidas.
Vienen al caso estas asnadas de Maroto & Martín, dos talento sin fin, para ilustrar la pérdida de papeles colectiva de los sanchistas de segunda fila (la primera se sienta a la mesa del Consejo de Ministros), que no sólo no rechistan ante la demolición del Estado de derecho en España sino que renuncian a guarecerse en un prudente silencio (y que sea lo que Dios quiera) para convertirse en la charanga que recorre las calles del pueblo en fiestas celebrando lo bien que va todo y lo listo, lo bueno, lo apuesto y lo bien que habla inglés el líder que los acaudilla. Porque es en esas segunda y tercera fila del sanchismo donde se halla su fuerza basal. Sin esa aquiescencia de los cuadros medios, el portacontenedores de los «muy mejores amigos» de Sánchez (esa corte de los milagros llena de 'indepes' y proetarras) no derribaría nunca el puente de la viñeta de España. Sin, por ejemplo, los diputados castellanomanchegos en el Congreso, la amnistía a los golpistas no hubiera salido adelante. Que nadie olvide que sin Sergio Gutiérrez, sin Milagros Tolón, sin Emilio Sáez, sin Isabel Iniesta, sin Gonzalo Redondo, sin Luis Carlos Sahuquillo y sin Alberto Rojo (damos por descontado que la todavía ministra Isabel Rodríguez no se uniría al grupo de discrepantes), el Estado no sería humillado.
La vergüenza, Maroto, va por barrios.
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