el batallón
Muros, de Harvard a La Moncloa
El universo 'woke' ajusta cuentas con todo aquel que se sale del guion que escribe la 'triple P', presunto progresismo planetario
Monigotes (28/12/2023)
El 'lawfare' sanchista (21/12/2023)
La dimisión de la rectora de Harvard, Claudine Gay, acusada –entre otras zalagardas más materiales– de tibieza ante el antisemitismo rampante instalado en aquel campus, supone un respiro en la feroz batalla que se dirime en las universidades ante la irrupción de la política (porque ... esto no es otra cosa que política, de izquierdas naturalmente) de la cancelación. El universo 'woke' ajusta cuentas con todo aquel que se sale del guion que escribe la 'triple P', presunto progresismo planetario, para plantear un nuevo 'cosmos' de las cosas, de lo tolerable y lo intolerable, fundamentalmente en lo que tiene que ver con todo lo social que habita en esa selva de lugares comunes y escarceos lechuguinos que se trata de imponer desde la izquierda como dogma único. Esta labor de zapa no solo se centra en el pasado, con la liquidación del prestigio de algunos de los héroes que la humanidad haya conocido, convertidos en villanos y ajusticiados en la 'nueva memoria oficial' con el derribo de sus estatuas y la incineración de su legado, sino que amenaza con echar al vertedero la aportación intelectual de parte de los pensadores del momento. Incapaces de discutir sobre ideas, prefieren la incineración del discrepante no sea que les vaya a dar sopas con honda. Son legión –la Asociación Nacional de Académicos de EE.UU., lleva bien la cuenta– los profesores que han sido cancelados, acosados o expulsados de sus cátedras, muertos académicamente en vida, por no ajustarse a esos nuevos cánones impuestos, por ejemplo, en la biología, la neurociencia, la psicología evolutiva, la genética... todas destruidas llegado el caso por la ideología de género, el indigenismo, la diversidad, el ultra-ambientamismo o cualquier neodogma.
Que Claudine Gay permaneciese encastillada en el rectorado de Harvard desde principios del pasado diciembre, que haya aguantado juncal e incólume tan graves acusaciones de antisemitismo, y que en cuanto le han sacado lo de los plagios haya durado un suspirito al frente de tan eminente claustro, demuestra la fuerte implantación de lo 'woke' en la universidad y la verosimilitud personal de su rendición a la judeofobia, de lo enraizada que está la cancelación en no pocos campus estadounidenses y del resto de Occidente. Su sectarismo resistió numantinamente, por tanto, su deterioro moral pero su carrera académica se tornó en castillo de naipes en cuanto se supo que la señora tenía montada una multicopista en su trayectoria docente. Hablamos de una tramposa sin matices si nos atenemos a que Gay tuvo que arrostrar hasta una treintena de acusaciones de plagio, que incluían su propia tesis doctoral. En algunas magistraturas aún se dimite por estas cosas, en otras no. Miren a Sánchez si no, quedó demostrado que plagió, 'grosso modo', una de cada cinco hojas de su tesis doctoral. ¡Un 21 por ciento!, un fenómeno copiando, el campeón del Ctrl C-Ctrl V. Donde también conectan Gay y Sánchez es en lo de levantar muros; una en el campus; el otro en La Moncloa desde donde intenta cancelar a media España.
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