el batallón
Los del Muro y nosotros
El «equipo de opinión sincronizada» no encuentra paragón al otro lado de la fortaleza levantada por Sánchez
El honor de los Sánchez
El esclavo feliz
El denominado «equipo de opinión sincronizada» vigila sin descanso el Muro de Sánchez. No se les escapa una y entre imaginarias y plantones funcionan obedientes y al unísono en defensa de la fortaleza, con tal disciplina en la adulación del líder que, en cierto ... sentido y bajo la óptica del «prietas las filas», resulta encomiable. Ellos también forman parte del proyecto del marido de Begoña. Por los platós, en las emisoras o en las columnas se alzan los tertulianos de «progreso» como la auténtica guardia de corps del sanchismo, de tal forma que todo lo que hace Sánchez resulta justificado. En este caso, todo es todo. Y cuando es demasiado grotesco el enjabonamiento al señor de La Moncloa, cuando las evidencias colman el ridículo e infinito límite de sus tragaderas, automáticamente la culpa del recontradiós formado pasa a ser solo de la oposición. Y de Núñez Feijóo, naturalmente, que desde que se quitó las gafas parece que reclamara más que (metafóricamente) le inflen la cara a bofetadas. No hay deserciones en el «equipo de opinión sincronizada», no existen traiciones esporádicas ni desafecciones ni apostasías posibles, pues constituyen una milicia imponentemente marcial en la defensa de lo indefendible, con una impudicia que llega a ser sonrojante.
Al otro lado del Muro no ocurre así. La gran mayoría de los opinadores a las afueras de la alcazaba respiran de otro modo y reparten sus críticas y reproches tanto al Gobierno como a la oposición, porque, o bien se sienten más libres para desempeñar su oficio, o bien han terminado por somatizar el griterío que les llega de aquel lado del Muro y que les señala como fachas, reaccionando en contrario. Es el temor al «qué dirán» de toda la vida... En este último sector, lo más que consienten es definirse como liberal (los famosos «liberalios» de Quintano), poseedores de una especie de 'forfait' que les faculta para repartir por igual a izquierda y derecha, equiparando culpas entre el Gobierno y la oposición. Un ejemplo reciente: al día siguiente del histórico y cruento episodio en el que Alegría y Díaz convirtieron la rueda de prensa tras el Consejo de Ministro en un octógono de artes marciales mixtas, las ondas, los platós y las columnas a este lado del Muro se llenaron de 'liberalios' que le arreaban mucho más al PP que a las ministras contendientes a cuenta de la posición de los populares respecto al SIM. Debe ser el salario... del miedo a que te breen.
Sánchez cuenta, por tanto, con una ventaja añadida a la brigada de opinión sincronizada y que desde la Transición ha acompañado a la prensa en España: la mayoría de los periodistas se adscriben en la izquierda sociológica o al menos lo aparentan. Hay estudios universitarios que hace una década investigaron este asunto y que concluyeron que la mitad de los periodistas que por cubrían la información parlamentaria se declaraban ideológicamente de izquierdas y que la otra mitad se adscribían... ¡al centro! No había uno solo de los sesentaytantos periodistas encuestados en el estudio (entre los más de ochenta corresponsales parlamentarios de esos días) que se declarara de derechas, pese a ser anónimo el sondeo. Ni uno. Y eso que por entonces no existía el Muro sanchista que que separa oficialmente a los buenos de los malos.
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