el batallón

Por dónde empezar...

Quizá lo mejor sea comenzar apuntando lo mucho que recuerda lo que está pasando al cuento 'El traje nuevo del emperador' y que nadie se atreve a decirle a Sánchez que va en pelotas

Lambán 1; el resto 0

Benditos jueces

No sabe uno por dónde empezar... Si por lo de los narcos en ese 'far west' del Estrecho disparando con armas de guerra a la Guardia Civil en Sanlúcar, allá en el formidable Cabo de Guía donde España apaga su luz todas las noches, o ... por Hamás disparando al aire y jaleando al Gobierno de Sánchez por reconocerles como Estado mientras la vicepresidenta segunda se arranca emocionada a recitar el acta fundacional de un grupo terrorista que propone echar a los judíos al mar («Palestina será libre desde el río hasta el mar»). O quizá empezar por la humillante retirada de la ley del suelo para no quedar, como dicta el refrán, como puta por rastrojo o como Cagancho en Almagro sólo 48 horas después de la enésima derrota parlamentaria en el intento de abolición de la prostitución por parte de los socialistas, en una legislatura donde han renunciado a la obligación constitucional de presentar un proyecto de Presupuestos Generales del Estado, en la más portentosa exhibición de debilidad política que se recuerda en el viejo caserón de leyes de la Carrera de San Jerónimo. O cómo no empezar por el descalzaperros que tiene montado Sánchez en política exterior, donde no hay norte ni guía ni guion, donde sólo él es capaz de enemistarse en lo que tarda un pestañeo con Argentina e Israel en sendas trifulcas diplomáticas donde el primero que golpeó fue el sanchismo, bordando el papel del macarrita de barrio al que se le va la fuerza por la boca y luego terminan cruzándole la cara porque en realidad no tiene media bofetada. También se puede empezar por la enésima subordinación a la que Sánchez somete a las Cortes al ordenar desde el banco azul a la sin par Francina que le retire de inmediato la palabra al jefe de la oposición, que ya está hablando de más, y que esta obedezca, igual que le obedecen el fiscal general-particular del Estado-del sanchismo, o Tezanos en los fogones del CIS donde prepara esos comistrajos demoscópicos, o Carmen Calvo («cocinera antes que fraila») en el Consejo de Estado, o esas entusiastas 'grupies' del presidente en RTVE, o el exministro Campo en el TC a las órdenes de Cándido, aquel que defendía que las togas se debían llenar de cascarrias del barro del camino que marca el poder político. O empezar incluso hablando con la persecución disciplinaria al único entre doscientos y pico parlamentarios del PSOE (Lambán) que ha sido capaz de mantener la promesa preelectoral de negar la amnistía a los golpistas del 'procés', mientras el inmarcesible Patxi habla de la Jefatura del Estado y la Corona como si fueran un ente ajeno a las filias socialistas.

Mirando lo sucedido en apenas 48 horas, quizá lo mejor sea comenzar apuntando que todo lo que está pasando recuerda mucho al cuento 'El traje nuevo del emperador' y preguntarse cómo demonios nadie entre sus palmeros se atreve a decirle a Sánchez que está desnudo, que no existen las galas de las que tanto presume cuando se acerca cual Narciso a mirar en el río lo guapo que es; alguien que le diga, cruda y llanamente, que va en pelotas.

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