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EL BATALLÓN

Al dictado de los malos

La imagen de ahora de Marlaska con los pantalones por los tobillos ante Bildu afecta directamente al día a día de la seguridad de los ciudadanos

Treinta monedas

Siniestro total

Álvaro Martínez

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Al final, vamos a terminar echando de menos la impericia ágrafa y grotesca de Irene Montero pues siendo grave su estropicio legislativo –con especial afectación a la moral de tropa (miles de violadores vieron rebajada su pena con la ley de 'sólo sí es ... sí)–, al menos no humillaba al Estado y lo ponía genuflexo ante quienes persiguen su eliminación. Decimos que vamos a terminar echando de menos la zarrapastrosa técnica legislativa de la ilustre vecina de Galapagar porque lo de Grande-Marlaska obedeciendo a Bildu en la reforma de la ley de Seguridad Ciudadana anuncia el crepúsculo definitivo de la dignidad política de un personaje que hace tiempo parece haber extraviado cualquier sentido de la responsabilidad que debiera acompañar a la alta magistratura que ocupa. El proceder del ministro del Interior radiografía, no obstante, la principal potencia del movimiento que quedó descrita en el 'Manual de resistencia' –el 'Mein Kampf' del sanchismo– que barniza de mesianismo su obra política a base de brochazos de progresía después de decapar cualquier vestigio de dignidad del Estado.

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