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CASA DE FIERAS

No es país para feos

La verdadera lucha de clases en el siglo XXI tiene en la belleza su campo de batalla

El bohemio de Alkiza

Cosas que el dinero no puede comprar

Alfonso J. Ussía

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Viene pisando fuerte una tendencia que pretende desahuciar del panorama a las personas que han nacido en una familia mejor que la tuya. Se denomina, «perspectiva de privilegio» y es el nuevo eslogan de los canceladores oficiales de ese sótano mohoso de las redes asociales. ... No se han dado cuenta, todavía, que la verdadera injusticia social no radica en si llegaste al mundo en una casa con jardín o en un cuchitril encima de un pajar. Todo depende de si eres feo o guapo y ahí, precisamente en esa diferencia, radica la brecha social más profunda y ancha de nuestra sociedad. España no es país para feos. Una persona, independientemente de la cuna de la que provenga, tiene marcado su destino por cómo tenga esculpido el rostro. Es relativamente sencillo comprobar que la mayoría de las personas ricas son mucho más guapas que las personas sin recursos. Por lo general, el rico es guapo y el pobre es feo. Y eso es terriblemente complicado de invertir. Es cierto que hay algunas personas ricas que son feas, pero dedican buena parte de su fortuna para dejar de serlo. De hecho, toda la artillería del consumo está destinada a que seas un poco menos feo, ya sea operándote los labios, poniéndote tetas, que si bótox, el bronceado de turno... Es primordial ser más guapo, verse menos feo, parecerse menos a lo que eres o seguir siendo lo que fuiste. Pero para lograr esos objetivos debes ser rico o al menos, no tan pobre. Creo, sinceramente, que la verdadera lucha de clases en el siglo XXI tiene en la belleza su campo de batalla. Ríanse de la revolución del Palacio de Invierno si las huestes más horrendas del continente se unieran para paliar esta desigualdad. Una revolución de los feos haría más por la igualdad que cinco ministerios de los que ya saben. Si se dan un paseo por Madrid en agosto, se darán cuenta que la ciudad está abarrotada de feos. Es lógico, los guapos veranean mucho más que los feos porque pueden. Tienen a su alcance más posibilidades de prosperar, de hacerse ricos y, en definitiva, de pertenecer a esa casta que conforma la denominada «perspectiva de privilegio» que pretende exigir ahora una penitencia por haber nacido aquí o allá. Cuando le hablen de lucha de clases, de ideologías, de pirámides sociales, recuerden bien esta premisa: el guapo triunfa y el feo fracasa. Todo lo demás son bobadas. Una persona guapa puede ser tonta, pero seguirá siendo guapa. Sin embargo, una persona fea que además sea tonta, no tiene capacidad alguna de llegar a nada. Miren los seguidores de los influyentes y me comprarán esta premisa. La igualdad de oportunidades nunca será posible entre feos y guapos. Así que, lamentablemente, el mundo nunca será un lugar justo por mucha tendencia que exija avergonzarse de tu cuna. La única salida para paliar este desbarajuste sería un Álamo que aniquilara apolíneos como quien pisa cucarachas. Pero ni las hordas de Sauron lograron vencer a un ejército de bellos elfos capitaneados por alguien tan guapo como Légolas. Así que ni con esas.

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