casa de fieras
Apostar por la vida o por la muerte
Es muy probable que hoy en Caracas, muchos piensen en qué lado de la historia querrán quedarse a vivir
Lalachús como género literario
Derecho de ser gilipollas
Enero, y finaliza el reinado del año pasado. Empieza uno que se levanta con el pie derecho, convulso, ruidoso. Todo se revuelve, como si la corona se hubiera puesto al revés, de espinas. De punta a punta está el foro sucio. Y al final, todo ... es mucho más sencillo. Se trata de apostar por la vida o por la muerte. Ahí está todo.
Terminé el año una mañana con Rubén Buren, anagrama que viste a un anarquista de corazón de oro. Su bisabuelo, Melchor Rodríguez, puso fin a las matanzas de Paracuellos desde dentro. Como hacen los que apuestan por la vida. Le apodaban El Ángel Rojo, y fue una persona brillante, valiente y buena. Porque ser bueno o malo no es moco de pavo. En 'Os salvaré la vida' (Espasa, 2017), recrea a cuatro manos con Joaquín Leguina, la vida de este personaje que bien vale una película, una estatua y cien actos que conmemoren sus hazañas. Como también se debería conocer la historia de Luis Cuenca, uno de los guardaespaldas de Indalecio Prieto, militante del PSOE, que asesinó de dos tiros en la nuca a Calvo Sotelo, líder de los monárquicos, la noche del 12 al 13 de julio de 1936. Pertenecía a La Motorizada, milicia socialista creada en Madrid tras la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero del 36. La mandaba Enrique Puente Abuín, líder de las Juventudes Socialistas de Madrid. Todos sus miembros llevaban pistola.
Me vienen a la cabeza las imágenes de tantos jóvenes y milicias que han sido armadas en Venezuela. Ya es casualidad que el mismo partido político español de entonces, sea el que ahora condena con la boca pequeña al dictador vivo que tiene al mundo en vilo. Al final, como al principio, se trata de apostar por la vida o por la muerte. Y todo lo demás es ruido y manipulación. A estas horas no sé lo que ocurrirá allí en Caracas. Pero mientras leen estas palabras, ya sabrán lo que ha sucedido. Lo que tengo claro es que mi bando es el de la vida, porque el de la muerte está reservado para los que no condenan lo que allí está pasando. Algunos lo hacen por pasta, como Zapatero. Pero hasta él lo hace por algo, aunque sólo se trate de dinero. Más miedo me dan los que lo hacen por nada, como los que agarraron un fusil antes de ayer por si hay que matarse entre hermanos. Como pasó aquí en España. Como hicieron los de La Motorizada meses antes que estallara la Guerra Civil. Porque estar en el lado correcto de la historia es tan solo estar con la vida. Porque estar en el lado incorrecto de la historia es tan solo estar con la muerte. Todo lo demás sobra.
Y entonces me acuerdo de Melchor Rodríguez y del buen rato que pasé junto a su bisnieto, Rubén, el año pasado. A mi bisabuelo le mataron en Paracuellos. Por dos días no le salva a él también. Es muy probable que hoy en Caracas, muchos piensen en qué lado de la historia querrán quedarse a vivir y a morir. Pero también recordaremos en qué lado se quedaron los que nos dirigen.