La Alberca
El whiskygate
Es el Gobierno el que ante el escándalo del fiscal general ya no tiene otra respuesta que un 'sujétame el cubata'
Sánchez también engaña a su partido
El fútbol podrido
La respuesta del ministro López a Ayuso sobre el caso del fiscal general confirma la apuesta del sanchismo por el puro y el palillo de dientes. Está más cerca del pajarito de Maduro que de la oratoria académica de Felipe: «Un fiscal general es del ... Estado, no del Gobierno. Del Gobierno era con Franco». La frase cierra un círculo virtuoso. Franco y sanchismo. La distancia que hay entre Sánchez y González, pasando por López, es la medida exacta de la decadencia. No hay más que ver a María Jesús Montero recitando topicazos ideológicos caribeños para la reconquista de Andalucía: «¡La izquierda es alegría!». Lo dice la que ha puesto en marcha un impuesto a la banca por orden de sus socios comunistas y luego lo ha redistribuido aplicando el criterio del PIB por habitante que le imponen sus socios independentistas. Esta izquierda es triste porque no es izquierda. Es depende. Sopla y sorbe. Y confunde la igualdad con la vulgaridad. Zapatero dijo que con él se había demostrado que cualquier español puede ser presidente del Gobierno. En eso tiene razón. López y Puente son ministros y presentan todos los días la gala de los Oscar en la Moncloa. Por eso cuando Ayuso comparó el caso del fiscal general con el 'Watergate', el ministro y nuevo secretario general del PSOE de Madrid sin primarias cogió el matasuegras para contestar: «Aquí el único Watergate de pacotilla es el del señor (Miguel Ángel) Rodríguez. Por cierto, Watergate supongo que mezclado con whisky de marca, un Whiskygate». Cuánto ingenio. Que lo entreviste ya Broncano.
Pongamos un hielo en la copa para analizar el chiste soez del sustituto de Lobato que a la vez era el jefe de gabinete del presidente cuando desde su departamento salió el documento de la Fiscalía sobre el novio de Ayuso. Porque esto es un lío. Resulta que el tan ocurrente ministro López es hoy secretario del PSOE de Madrid sin primarias porque su mano derecha puso a Juan Lobato contra la espada y la pared por el posible delito de revelación de secretos por el que el Supremo ha citado como investigado al fiscal general. Tras esta maniobra, el 'Uno' lo ascendió a ministro, aún no sabemos si por la finura en la gestión o porque en el ministerio está aforado. Y ahora resume todo ese jaleo en una acusación de carácter personal, bastante grosera e intelectualmente raquítica, contra el responsable de la comunicación de Ayuso. Esto es lo que hay.
Mientras se plantea que los fiscales asuman en este país los procesos de instrucción penal, el Gobierno protege a un fiscal con impulsos obstructores como si fuera un miembro de su equipo. Recuérdese la frase de Felipe. El máximo habilitado nacional dedicado a garantizar el cumplimiento de la ley borró su teléfono mientras se le investigaba, alegando no sé qué protocolo de seguridad del que no avisó al juzgado, y Sánchez nos exige que pidamos perdón porque en el móvil no había pruebas. Va a tener razón el secretario sin primarias: esto es una borrachera imparable de incurias y chabacanerías. Un perpetuo 'sujétame el cubata'. Y tanto que cualquier español puede ser ministro. ¡Cualquierísimo!