la alberca
Recital de ausencias
Unos dejan tirado a Unzué, otros a los guardias civiles y luego se quejan de que la política está desprestigiada
Un naufragio chulísimo
Espadas pierde hasta la caseta
Durante la siguiente campaña electoral se disputarán la superioridad moral sobre la inclusión, el rescate social y las ayudas a los más vulnerables. Incluso repartirán carnés de humanitarismo. Pero en la charla que organizó Juan Carlos Unzué con los enfermos de ELA en el Congreso ... para solicitar que se tramite la ley que les afecta, aprobada por unanimidad antes de las elecciones, había cinco diputados. Cinco de 350. Más sillas de ruedas que políticos. Esa es la proporción real de su descrédito. Las encuestas llevan años diciendo que el declive de la clase política es para los españoles uno de los principales problemas. Se demuestra en los porcentajes de participación. En la mayoría de comunidades autonómas y en las Cortes Generales, el abstencionismo sería actualmente la segunda fuerza política. Ser diputado hoy carece de prestigio. Se lo han ganado a pulso. Con los enfermos de la esclerosis lateral amiotrófica no estaban ni los de la 'generación escrache'. Ahora ellos son la casta. Los de peor ralea.
La taquígrafa con más trienios del Congreso acaba de jubilarse dando un portazo. «Cada vez vamos a peor», suspiró en la radio. Ya sé que este lamento es recurrente. Cualquier tiempo pasado fue mejor y tal. Pero la profesionalización de la política es un desastre para el progreso. En su incesante búsqueda de la vacuna contra la estupidez, el filósofo José Antonio Marina aclara que la política es una gran profesión, pero los políticos contemporáneos son pésimos profesionales. Marina cree que padecemos un síndrome de inmunodeficiencia social. Y siguiendo ese razonamiento, que me gusta, se puede decir que gozan de mejor salud los participantes en la charla de Unzué que los diputados ausentes. Porque hay que estar muy mal para invitar a personas con la movilidad mermada hasta casi la quietud y no recibirles. Esto me lleva a otra conclusión que estoy esbozando mientras escribo: podría votar a una buena persona de mis antípodas ideológicas, pero jamás votaría a un cabrito con el que suelo estar de acuerdo. Dicho de otro modo: se puede ser amigo de un rival y no empatizar con un hermano. Vamos, que esto no va de bandos, sino de principios.
El ministro Marlaska, ausente en Barbate, le dijo a la hermana de Miguel Ángel Blanco que tiene que recuperar el espíritu de Ermua. Sin ponerse colorado. Los socios del Gobierno del ministro Marlaska, ausentes en el minuto de silencio por los guardias civiles asesinados, tienen a Sánchez en el potro del dentista. Los 345 que no fueron a lo de Unzué siguen desaparecidos. El exfutbolista lo explicó muy bien: «Hemos venido a vuestra casa». Ese es el nudo gordiano del declive: si no puedes ser eficaz, al menos sé educado. Esto lo digo de babor a estribor y de proa a popa de la Cámara. Aplico la filosofía de aquel bufón al que mientras estaban humillando todos en su pueblo se fue al matadero, compró un saco de pitones de ternera, los tiró en el centro de la plaza y exclamó: «¡Coged cada uno el vuestro!». Lo que pide el cuerpo ante este recital de ausencias es aprovechar la tendencia. Sed fuertes, no volváis al escaño.
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