LA ALBERCA
Page y Ayuso dicen lo mismo
Si salimos del fango veremos que el muro no está entre el PSOE y el PP, sino entre Sánchez y el PSOE
El fiscal banderillero
Critóbal Colón parlava català
Ahora el lío está en el saxofón del novio de Ayuso. La ministra Montero, que se da atracones de dislexia cuando pronuncia Air Europa, acusa a la presidenta de la Comunidad de Madrid de hacer «insumisión institucional» y «absentismo laboral» por no acudir a ... la cita que le cursó Pedro Sánchez en la Moncloa. Ayer Sánchez no estaba en la sesión de control al Gobierno. Pero sobre todo Montero le pide explicaciones por el viaje que hizo con su novio a Croacia y por no sé qué de un saxofón. Y en el griterío general ha conseguido que parezca que hay empate entre el escandalazo de Ábalos y la vida privada de Ayuso. Vaya por delante que no estoy de acuerdo con la decisión de la presidenta madrileña. Entiendo que la institucionalidad la ha roto el otro bando utilizando atriles oficiales en Bruselas para llamarle corrupta. Comprendo que el acoso a su intimidad por parte del Gobierno tiene que ser insoportable. Incluso creo que es razonable su argumento para rechazar la invitación. Pero aunque esto pueda sonar demasiado diplomático, creo que un cargo público de su relevancia se debe primero a sus obligaciones y después a su propio honor. Y defiendo que la mejor manera de honrar la política es evidenciar la diferencia que hay entre quien no tiene reglas y quien sí las tiene. Si Ayuso hubiese ido a La Moncloa y le hubiese dicho a Sánchez a la cara todo lo que piensa de él, le habría vencido por elevación. Y habría evitado el supuesto empate al que ahora juegan desde el PSOE.
Claro que todo esto es muy fácil decirlo cuando no es uno el que está siendo insultado por todo el tropel sanchista desde el Consejo de Ministros al aparato socialista pasando por los voceros afines. Y al final este barullo nos distrae de lo importante. En mitad de la zaragata, Ayuso ha dicho varias cosas sobre el cuponazo catalán que tienen enjundia: «La caja de todos los españoles se trocea y se fabrica una nación de facto que, ante un nuevo golpe, no va a tener un solo contrapeso, ni jurídico», a lo que añade que no comparte «que se tome esa decisión que no iba en ningún programa electoral y que pasemos por Moncloa para dar el visto bueno, no quiero ser parte de esa foto de la normalidad». Desde el punto de vista político esta motivación puede ser debatible, pero es absolutamente legítima. Y aquí es donde se rompen todos los esquemas. ¡García-Page dijo ayer prácticamente lo mismo en el Foro ABC! Vamos al entrecomillado: «Hay que abordar una reforma de la financiación autonómica sin privilegios y abrir un proceso de armonización fiscal que no cree competencia entre los territorios». Y por si no fuera bastante, abogó por «un entendimiento entre los dos grandes partidos nacionales». Música celestial en el ruido de los exabruptos. Si se quitase toda la chabacanería del debate público, se apartase a los gritones soeces, nos limpiásemos el fango y fuésemos a la almendra de los asuntos, comprobaríamos que el muro no está entre el PSOE y el PP, sino entre Sánchez y el PSOE.
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