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La Alberca

Los gemelos de Jabois

El poder de los premios Cavia de periodismo es comprender que los demás también tienen razón

Alberto García Reyes

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Dos horas antes del discurso del Cavia, Jabois no tenía gemelos. Ni discurso. Se dio cuenta de las dos cosas cuando dejó escrito lo del día. El articulismo tiene algo de cocina cuartelera. Hay que llegar a él con el menú ya pensado, como ... a la política hay que llegar con las gambas comidas, y conseguir el mejor sabor con el menor número de ingredientes y para el mayor número de personas. Es alquimia. Lo dijo en su discurso de las nueve, que tenía en blanco a las seis, con un escueto ensayo: «En mi oficio se avanza preguntando». Primero preguntó dónde venden gemelos para la camisa del esmoquin y después llamó a Pérez Reverte, es decir, a la Academia, para preguntarle cómo se saluda a los Reyes desde un atril. Cuartango, perdón, el maestro Cuartango, habló como premio Luca de Tena del esqueleto del periodismo y Jabois asintió, casi desde el flexo de Camba, en la idea cardinal: «Nadie tiene la verdad absoluta y nadie está totalmente equivocado». El espíritu de los Cavia es ese. Hacer que Jabois se tenga que comprar unos gemelos para ir a decir lo que le dé la gana. Porque la libertad tiene formas. Es un folio vacío, sin consignas, antes de hacerse con él la pajarita de papel.

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