Lente de aumento
No en este Vox
Espinosa de los Monteros ha visto cómo un partido al que él le daba empaque se desliza por la pendiente de la caricatura
Un partido gestado en el duelismo, en esa sensación de que cada día el Congreso era un tiroteo en Ok Corral y que sólo los más bravos vaqueros podían acabar con los bandidos, pierde a quizá su pistolero más ducho. Espinosa de los Monteros podía ... sacarte de quicio, con su suficiencia de niño educado en los colegios más elitistas y ese responder a las preguntas impertinentes con la suficiencia de quien se relame con ese «a este perroflauta me lo meriendo», pero a Iván el Terrible hay que reconocerle que tenía tanta educación como falta de piedad. No hacía enemigos, y si deja algún amigo sospecho que no será en ese gallinero de Vox, cada vez más aquejado de afonía y beatismo.
Será por desencanto, por falta de sintonías varias o quizá porque el tacticismo electoral frente al PP le parece a este templario de Abascal la jibarización demasiado temprana de unas siglas nacidas mitad de la convicción y otro tanto del entusiasmo de reconocerse cruzados de la derecha, la auténtica, la valiente, la corajuda, la esencia al fin de un partido que ansiaba no suplir sino sustituir algún día a la marca del charrán. No será con él, pero nadie podrá achacarle a Espinosa ni falta de entrega, ni fidelidad ni compromiso. Lo ha tenido hasta para decir que ya no va más. Quizá porque ha visto cómo un partido al que él le daba empaque se desliza por la pendiente de la caricatura y, aún peor, de la coartada, con tics de chulería huérfana del fundamento que él daba a todas sus comparecencias.
En su último discurso, tan testosterónico como bien construido, reclamaba al votante una decisión bicolor: o pulsar rojo o verde, azul no. Ha apretado el de 'eject' porque este Vox puede tener su voto pero no su compromiso, aquejado como está de cierto desnorte, de voces desafinadas y de agotamiento ya no del mensaje, sino, mucho más peligroso, de la utilidad. No hay mayor crítica a la actual dirección, la que ha perdido gran parte de sus votantes, que abandonarla. No hay mayor reflexión que hacer por parte de Abascal que si eran mejores los que se van que los que hoy se quedan. Ahí, en la respuesta, está seguro el problema, veremos si la solución. Y, fiel como ha sido a sus principios, quizá lo de Espinosa no sea un hasta siempre sino un hasta luego, a la espera de que los misales dejen sitio a los liberales.
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