Para qué sirve Puente
El problema no es el móvil de Puente sino que Sánchez el divino tenga tan poco respeto por los caudales públicos y los denuedos que necesitan las infraestructuras de nuestro país
Puente amenaza a Ouigo: «Lo tendré en cuenta cuando pidáis que os rebajemos el canon de Adif»
Pide mi compi Esther que alguien quite el móvil al ministro de excrecencias tuiteras, que en el poco tiempo que le deja la tendinitis anular a cada graznido lo usa para figurar, que no ejercer, de ministro de Transportes. Esther, buena amiga, peca ... de ingenua. El problema no es el móvil de Puente sino que Sánchez el divino tenga tan poco respeto por los caudales públicos y los denuedos que necesitan las infraestructuras de nuestro país. Tanto porfiar sobre la España vacía y coloca a un lenguaraz sin más atributos que un matonismo dialéctico de taberna chusca al frente de una de las carteras claves, y más dotadas presupuestariamente, en pago a su exhibición macarra en el Congreso aquella funesta sesión de investidura en la que Sánchez, taimado, lo lanzó como un perro de la guerra contra el líder de la oposición. Eso es lo grave, que el ministerio importa poco, lo mollar es que su titular sirva a su señor como Paco al señorito Iván en Los Santos Inocentes.
La tónica de esta legislatura es esa: la valía se mide en tu histrionismo servil. Nada más, ni tu currículum, aseado o no, vale un euro si no muestras la bravura de un almogavar. Eso son Montero, Puente, Bolaños, y, recién incorporada al estrellato, la ministra de Igualdad, y su «¡vergüenza!» espetado a la bancada popular, como un «desperta ferro» ante los muros de Bizancio.
Voces, insultos, machiruladas, histerismos, señalamientos, el puentismo es tendencia, que ya llegará el doctor Sánchez y nos recetará píldora y media de su granítico cinismo de política asimétrica, donde insultan los demás, no los suyos, y sólo él dice la verdad. Con un par.
Y así llegamos a percibir diáfano el flogisto previo a todo lo que hoy padecemos: Puente no es el origen sino la consecuencia de la única forma que tiene el sanchismo de ejercer la política. Ese grito que todo lo enturbia y que es la argamasa con la que levanta su muro.
Esther, vamos a necesitar muchos picos y palas para derribarlo.
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