lente de aumento
Sánchez, eres un corrupto
España en manos del sanchismo es Sicilia sin muertos
Furgonetas con mierda
Los tiempos antes del fango
Víctor de Aldama es un delincuente, un mangante, un fullero, un miserable, un tahúr, un amoral, un chorizo que busca ahora mercadear con la Fiscalía para reducir su condena. ¿Y? Considero a los palmeros del sanchismo lo suficientemente ilustrados como para reconocer en el ... comisionista del PSOE, serlo solo de Ábalos y Koldo 'Brasi' se queda corto, los modos y maneras de cualquier mafioso trincado por la Policía. Aldama colabora con la Justicia no por devoción moral sino por necesidad penal. Insisto, ¿y? Es lo que hizo Tomasso Buscetta contra la cúpula de la mafia siciliana. Traicionó a sus socios en el hampa a cambio de protección e indulgencia procesal por parte de los jueces antimafia Giovanni Falcone y Paolo Borsellino. Buscetta fue el testigo estrella en el Maxi Proceso que permitió enjuiciar y enviar a prisión a casi 350 miembros de la mafia en los años ochenta del pasado siglo.
Aldama lo es en este escándalo mayúsculo que las piruetas y añagazas de Sánchez no pueden opacar. Es uno de los suyos, miembro destacadísimo de la Cosa Nostra en la que ha devenido el partido socialista en manos de Pedro Sánchez. Poco importa si el capo monclovita se llevó parte del dinero. No lo necesita. Su mordida es el poder. Eso es lo que le hace aún más dañino. La suya, hasta que se demuestre lo contrario, es una corrupción por omisión del deber de auxilio a sus gobernados. Como describía Pedro Garcia Cuartango, de forma inconmensurable, en La Tercera de ABC el pasado domingo, "personajes como Ábalos, Koldo y Aldama no surgieron de la nada. Fueron el producto de un ecosistema. Nada de lo que hicieron hubiera sido posible sin el desmantelamiento de los controles, la colocación de amigos en las agencias gubernamentales y el sector público, la fagocitación de las instituciones y la demonización del poder judicial. Los tres son criaturas del líder socialista".
Ni sus voceros ni sus socios ni nadie, puede defender la continuidad de Sánchez en Moncloa con criterios éticos. Si lo hacen es, únicamente, porque unos y otros saben que su debilidad es su fortaleza. Como dirían los jóvenes de hoy, les renta la fragilidad, y la amoralidad, del presidente. Todos sacan provecho. Y eso es otra forma de corromperse, una especialmente repugnante porque ya ni partidos, ni portavoces mediáticos, ni siquiera los simpatizantes, pueden escudarse en que no lo sabían. Su silencio o su defensa de que el fin justifica los medios más execrables para alcanzarlo, de la independencia al enchufismo matrimonial o el nepotismo, los convierte en cooperadores necesarios de la aluminosis moral sanchista que está barrenando, no ya el sistema, sino la propia ética. Ahí sobresale el caso Lobato, destapado por mis compañeros Chicote y Fernández-Miranda. Acude al notario, cuenta cómo desde Moncloa le incitaron a cometer un delito, cómo se negó y hoy la maquinaria sanchista lo apiola políticamente... por decir la verdad. España en manos de Sánchez es Sicilia sin muertos. Va faltando un maxiproceso que limpie las cloacas del sanchismo.
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