lente de aumento
Un tal Ramón y Cajal
Si viviera hoy, no despegaría el ojo del microscopio por temor a contagiarse de tanta tontuna
Sánchez se parte la caja
La 'llengua' del desprecio
Que los jóvenes españoles no sepan quién fue Miguel Ángel Blanco pues es normal, ¿no? Normal en un país que celebra a los verdugos y entierra en el sepulcro del olvido a sus víctimas, que es como morir dos veces. Es normal en un ... país que vive una anormalidad inducida, políticamente diseñada por la necesidad electoral de unos. Si, total, el muerto no puede alzar la voz, la de los suyos basta con ignorarla, que no se cuele en las casas y mucho menos en las aulas. Es tan obvio como que uno no aprende lo que no quiere, mucho menos lo que no le enseñan. En unas décadas, el joven concejal del PP en Ermua será alguien que se perdió en un bosque… y murió. El cómo, pues cosas que solo nos interesan a los de la fachosfera.
A mí esto me viene al ordenador por un 'mail' que recibí hace unos días. Entrecomillo: «No sé si viste el estudio sobre cultura científica de la Fundación BBVA. Hay un dato que me parece especialmente escandaloso, y es el desconocimiento lamentable que hay sobre Ramón y Cajal, que realmente es la única figura española que forma parte del panteón de los gigantes de la historia de la ciencia, con Einstein, Newton, Darwin, Curie, etc., al ser nada más y nada menos que el descubridor de las neuronas y el padre de un campo tan fundamental como la neurociencia. Pues bien, en el estudio se preguntó a los encuestados en 18 países cuáles consideraban los tres científicos más importantes de la historia: solo un 8% de los españoles menciona a Cajal, mientras que en otros países conocen mucho mejor a sus grandes figuras nacionales: los ingleses por supuesto incluyen entre los primeros puestos del podio a Darwin, los franceses a Pasteur, los italianos a Galileo, los daneses a Bohr, etc. Me parece un terrible síntoma de lo poco que se ha hecho en España para que Cajal sea un referente que deberíamos conocer todos». Sí, es terrible porque Ramón y Cajal era inmenso no solo ante el microscopio, sino aún más fuera de él. Modesto, honesto, perseverante, recto, observador, libre, concienciado, leal, fiel, familiar… virtudes todas que le hicieron referente y ejemplo más allá del premio Nobel. Supongo que el lapsus, nótese la ironía, es el cúmulo precisamente de los defectos que se han ido cincelando en nuestro sistema educativo hasta esculpir una aberración.
Si somos lo que sabemos es tristísimo y desasosegante constatar esta jibarización social. La vida y obra de Ramón y Cajal nos guía hacia un camino que no queremos recorrer, el del sacrificio y el esfuerzo, más allá del talento. En estos tiempos donde se alzapriman los derechos por encima de los deberes, el genio aragonés sería poco menos que un friki. Uno va pensando que justo eso, unos raritos aborregados, empezamos a ser los demás. No por la falta de cultura sino, mucho peor, por la alergia suicida a conocer algo más allá del fatuo exhibicionismo con el que nos apedrean las pantallas. Si don Santiago viviera hoy, no despegaría el ojo del microscopio por temor a contagiarse de tanta tontuna. Y sabría perfectamente que a Miguel Ángel lo asesinaron unas alimañas, hoy tristemente blanqueadas.
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