Y en Madrid no escampa
Se abren fosas mediáticas, se sube la cuesta de los Jerónimos como reo al cadalso y uno ve, donde antes rugían leones constitucionales, un rimero de cortesanos celebrando 'fatwas'
Protejan a los jueces
Bildu ya ha ganado
Anda Madrid titubeante. Se nos calienta y enfría, en vientos de escarcha y amagos de calima. Va como agazapada, esquiva de certezas climáticas, o te arropa o te desnuda en bullicio de terrazas. Te traiciona en la madrugada esa chaqueta que dejaste colgada, te hace ... chorrear al mediodía y a la tarde te abraza, de noche ya te resguardas. Madrid, termómetro de esta España destemplada que se acostó monárquica y se levanta bolivariana.
Hay días que Madrid se te atraganta, por eso de que es la corrala que amplifica el griterío guerracivilista que atraviesa la Españita que llora Apaolaza, el ruedo por el que se desangra. Madrid bullirá en San Isidro, pero ahora hierve la mesocracia zarandeada por (h)unos y otros, que mira apabullada como la casa de acogida se torna ring de las dos Españas, tierra fértil en duelos y yerma de esperanzas. Qué tiempos constituyentes aquellos en que se debatía y no ahora, que se combate a dentelladas de rabias pasadas, arteramente resucitadas para servir a quienes pescan en la revuelta patria. Duele, mucho, que la democracia que nos regalaron, generosos, nuestros mayores, con sus muertos a sus espaldas como pesada carga de reconciliaciones, llegue hoy a los jóvenes desgalichada, apalizada, mancillada, saboteada, violentada, en un tifón de vendettas que creímos olvidadas. Oyes que no pasarán y te sube el frío de miles de muertos por la espalda, arrojados a la cara con el ansia, no de dar justa sepultura, sino de desenterrar el hacha. En Madrid se abren fosas mediáticas, se sube la cuesta de los Jerónimos como reo al cadalso y uno ve, donde antes rugían leones constitucionales, un rimero de cortesanos celebrando 'fatwas'.
Sale el sol pero se te nubla el alma, que uno ya agradece que el mal tiempo no dé tregua a los okupas del asfalto para quitarles las ganas de repartir carnés de demócratas y sentencias condenatorias a quienes no chapotean en su fango de golpes de pecho y vestiduras rasgadas, mientras toca la lira el Nerón monclovita que incendia España. Gritan «¡Pedro, quédate!» y te conformas con que se calle para que nos abriguemos, antes de que convierta este tiempo de locos en un invierno eterno que nos entregó una primavera de rabias.
España balcanizada y, en Madrid, el sol amaga, tímido, con darnos algo de esperanza. Qué ganas de que escampe y dejemos de saltar de charco en charco, de manifiesto en manifiesto, con la turba ávida de celebrar el último parte meteorológico de Ferraz: «Pueblo elegido, no temáis los nubarrones fascistas que asuelan España, vuestro conducator os dará cobijo, asaltaremos los cielos, camaradas».
Y no escampa.
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