De la verdadera concordia
No es frecuente ver en tiempos recientes a un grupo notable de políticos, en su mayoría católicos, salir a contestar al Papa

Veinte expresidentes latinoamericanos se han dirigido por escrito a Su Santidad el Papa para llamarle la atención sobre lo equivocado que resulta en esta hora hacer llamamientos a la concordia en países como Venezuela y Nicaragua. La concordia puede ser un bien, pero no a ... cualquier precio. El Papa Francisco ha hecho un llamamiento a la concordia en su reciente mensaje de Navidad a los pueblos de ambas naciones. Pero, como recuerdan esos veinte expresidentes en la carta encabezada por el premio Nobel de la Paz Oscar Arias, los venezolanos hoy son «víctimas de la opresión de una narco-dictadura militarizada, que no tiene reparos en conculcar de manera sistemática los derechos a la vida, a la libertad y a la integridad personal y, además, como consecuencia de sus políticas públicas deliberadas y una palmaria corrupción que escandaliza mundialmente, somete a éstos a condiciones de hambruna generalizada y falta de medicinas». Y en el caso de los nicaragüenses, «a mediados año, fueron víctimas de una ola de represión que deja como saldo casi 300 muertos y unos 2.500 heridos». En ese contexto, los expresidentes manifiestan una lógica preocupación por el llamamiento del Papa a la concordia porque «en el contexto actual puede entenderse como un pedido a los pueblos que son víctimas para que se acuerden con sus victimarios; en lo particular, en el caso venezolano, con el gobierno que ha causado 3.000.000 de refugiados, en una diáspora que proyecta la ONU, para 2019, a 5,4 millones de personas».
Los expresidentes, agrupados en torno a Idea, la Iniciativa Democrática de España y las Américas, admiten la buena fe del Santo Padre y su espíritu de pastor, pero le advierten de que ese llamamiento a la concordia «está siendo interpretado de un modo muy negativo por las mayorías de Venezuela y Nicaragua. Sobre todo, por cuanto no existe, actualmente, en dichos países, un diferendo político que reclame de entendimiento, tolerancia, entre fuerzas encontradas con narrativas distintas, dentro de una democracia normal o deficiente que hoy lamentablemente no existe en estos. Sus poblaciones enteras son sometidas al sufrimiento por sus gobiernos, bajo regímenes que sirven a la mentira, y los líderes sociales y políticos, los conductores de opinión y prensa, sufren cárcel, persecuciones y también la muerte, como le consta a los organismos americanos y europeos de derechos humanos».
Y para que no haya dudas de la legitimidad de su denuncia sobre el llamado papal a la concordia, los expresidentes fundan su licitud en San Juan XXIII: «La encíclica Ad Petri Cathedram reza que el llamado a la concordia ha de hacerse, fundamentalmente, “a los que gobiernan las naciones”. “Los que oprimen a otros y los despojan de su debida libertad no pueden ciertamente contribuir a esta unidad” de las inteligencias, de los espíritus, de las acciones, como lo recuerda su predecesor, San Juan XXIII, y que todos anhelamos reconquisten los queridos pueblos de Venezuela y de Nicaragua a partir de la verdad y de la justicia, para que gocen de una justa paz».
Entre los veinte firmantes están los colombianos Gaviria, Pastrana y Uribe; el argentino De la Rúa, el mexicano Fox, el chileno Frei, o el uruguayo Lacalle entre otros. No es frecuente ver en tiempos recientes a un grupo tan notable de políticos, en su mayoría católicos, salir a contestar al Papa. Cuando menos es una razón para reflexionar. Porque la verdadera concordia requiere unas condiciones que están lejos de darse. Ni en Venezuela ni en Nicaragua.
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