Con permiso
Telefónica, la melodía suena bien
Álvarez-Pallete ha cruzado el Ecuador pero le queda trabajo para doblar su propio Cabo de Hornos

Algunos de nuestros principales representantes en el exterior, entre los que destacan grandes empresas españolas -verdaderas abanderadas de la marca país más allá de nuestras fronteras-, gustan de tirar de frases célebres para hacerse oír y sentir en otros mercados. Aquello de que «hablen bien ... o mal, lo importante es que hablen de mí» (del polifacético pintor icono del surrealismo español del siglo pasado Salvador Dalí), no debería ser llevado como bandera a ningún lugar del planeta. Mejor que se hable bien, que mejor nos irá también al resto de España. Crear incertidumbres y rumores alrededor de una gran compañía es sinónimo de desestabilización y, en algunos casos, de su definitiva perdición.
Pero para hablar bien de nuestras empresas, hay que hacer cosas. Y dar pasos al frente. Para que se hable de ellas, pero bien. El inmovilismo no vende. Moverse en economía y en el mundo de la empresa significa avanzar en los tiempos. Crear riqueza. O al menos intentarlo. Y en esas están en la Telefónica de José María Álvarez-Pallete.
Adelantaba este domingo en las páginas de Economía de ABC, que se antojaba urgente dar un mensaje claro y de tranquilidad al mercado con el que alejar el fantasma que rodea al valor de la acción, por debajo de lo adecuado más de la cuenta y durante más tiempo de lo deseado por sus directivos y accionistas. Demasiados rumores acerca de lo lejos que está la compañía de tener claro qué ser de mayor. Y demasiada incertidumbre entorno a quiénes formarían el equipo que le acompañaría en la travesía hacia el cambio. Pallete lo zanjaba en una carta dirigida a los llamados grupos de interés de la compañía, pero en clave para los suyos: «Llevo 20 años en Telefónica y he vivido algunas de las páginas de nuestra historia. Sé que los cambios no son fáciles. Que decidir cambiar no es sencillo; es duro y está lleno de desafíos. Y, por eso, pocos se atreven a hacerlo de forma decidida. Pero Telefónica no es así y eso nos exige estar a su altura».
«Nos exige». Esa es la cuestión. Y de ahí que en el plan de acción diseñado por Pallete y su equipo ejecutivo se incluya una reordenación de su organigrama. Aquellos elegidos que están llamados a ejecutar los «deberes» diseñados para los próximos 100 años de la multinacional española. Así, sí, estarán en el camino de aspirar a obtener esos 2.000 millones de euros de ingresos adicionales, con una acción por encima de los 11 euros, y un proyecto competidor. «Los directivos que no nos comprometamos con el largo plazo y la sostenibilidad no estaremos siendo responsables», desliza el presidente.
La melodía suena bien. Pero ahora hay que detenerse en escuchar la letra. El presidente de la operadora española ha cruzado el Ecuador, pero queda trabajo por hacer para doblar su propio Cabo de Hornos. Ha tomado las riendas, pero debe mantener los mandos. Pallete 1. «Hombres de paz» 0. Ahora queda la segunda parte, porque el futuro de Telefónica se juega a un único partido.
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