¿A qué sumará Navarra?
Un referéndum al amparo de la disposición transitoria cuarta sentaría un precedente muy peligroso pensando en Cataluña

Lo que suceda finalmente en Navarra va resultar decisivo para configurar el mapa de España, porque la Comunidad Foral es clave en la compleja estructura política que están gestando los pactos. Navarra sumará, eso es seguro. La cuestión es si suma a la defensa de ... la unidad nacional y la Constitución o se suma al proceso independentista que sigue implacablemente su curso.
Parece mentira que se plantee siquiera la posibilidad de diluir el antiguo reino, pletórico de historia, en una Euskadi surgida de la imaginación de Sabino Arana a finales del siglo XIX, pero esa es la triste realidad. Si algo ha hecho bien el nacionalismo, tanto catalán como vasco, ha sido propagar su semilla venenosa allende sus fronteras naturales, captando millones de prosélitos a base de gastar ingentes cantidades de dinero en obras presuntamente «culturales». Así es como el catalanismo se ha extendido a Valencia, Baleares e incluso Aragón, mientras crecía en Navarra la quinta columna peneuvista/bildutarra empeñada en robar a esa tierra su identidad y su autonomía con el fin de agregarla a sus dominios. Y mientras tanto ¿qué han hecho los sucesivos gobiernos de España y los partidos supuestamente vertebradores de la sociedad española? Poco o nada. En la Comunidad Foral, la división de la derecha resultó ser letal para el proyecto que representaba, hasta el punto de ceder el poder a los partidarios del suicidio identitario, con la complicidad de la izquierda, por supuesto. Porque eso que Uxue Barkos (Geroa Bai) y María Chivite (PSN) denominan «pacto de progreso» no es otra cosa que una alianza entre lo más rancio del viejo carlismo rebautizado, el brazo político del terrorismo y el socialismo local, contagiado de vasquismo desde su nacimiento, destinada a propiciar la aplicación de la infausta disposición transitoria cuarta y hacer posible la incorporación de Navarra al País Vasco, previa celebración de un referéndum innegablemente constitucional. Un escenario dramático en sí mismo, especialmente para los navarros deseosos de seguir siéndolo, que sentaría, además, un precedente muy peligroso susceptible de ser invocado por los separatistas catalanes con el respaldo de la actual mayoría en el Congreso. Frente a ese tripartito se alza el otro, Navarra Suma, compuesto por UPN, PP y Cs, cuya unión electoral fue posible precisamente por el empeño común de impedir esa catástrofe. Que lo consigan o no dependerá de lo que decida Ferraz, toda vez que su victoria fue holgada, aunque insuficiente para gobernar sin la abstención de los socialistas.
Navarra es por tanto decisiva en sí misma, por las graves implicaciones que se derivan de que fragüe una coalición u otra, pero es también moneda de cambio. El PNV ha declarado que su apoyo a la investidura de Pedro Sánchez estará condicionado por lo que suceda en dicho territorio, aunque la palabra de los de Ortúzar vale lo que vale, que no es mucho (que se lo pregunten a Rajoy). Los dos diputados de UPN podrían haber sido determinantes en el caso de que la mayoría parlamentaria se fijara en 174 escaños, tras la suspensión de los golpistas presos, pero el dictamen contrario de los letrados ha frustrado esa combinación, situando esa cifra mágica en los 176 de siempre. De modo que un eventual trueque Navarra por La Moncloa vuelve a estar en manos de Cs y/o el PP, que, a juicio de esta columnista, deberían valorar seriamente la posibilidad de explorarlo. No solo para salvar a Navarra de la voracidad nacionalista vasca, sino para garantizar que siga sumando a España, tal como la conocemos.
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