Diario de un optimista
¿Por qué vira Europa hacia la derecha?
«Si el socialismo se diluye y la derecha limpia su casa, ¿quién será el próximo adversario, o contradictor, porque nadie tiene toda la razón? Los ecologistas, sin duda. El ecologismo es más difícil de contradecir que el socialismo, porque nunca se ha experimentado y es una religión tanto como un movimiento político»

El socialismo, que durante mucho tiempo dominó la vida política e intelectual de los países europeos, subsiste solo como un vestigio, sin ofrecer ninguna visión de futuro. Allí donde los socialistas se perpetúan en el poder, como en España o Alemania, su ideología se ha ... diluido en gestos simbólicos, o solo gobiernan dentro de alianzas de circunstancias, y porque la derecha está fragmentada. En Alemania, por ejemplo, el nuevo canciller invoca la socialdemocracia y no el socialismo, y debe su cargo a un frágil acuerdo con ultraliberales y ecologistas.
Cualesquiera que sean estas excepciones, queda ya muy lejos el tiempo en que Karl Marx podía escribir: «Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo». ¿Cómo explicar esta tendencia hacia la derecha de casi toda Europa? Primero, paradójicamente, por el éxito de propuestas socialistas históricamente esenciales, como la redistribución de la riqueza a través de un impuesto sobre la renta progresivo y la creación de sistemas de seguridad social universales. Estos eran los pilares del socialismo en sus orígenes; podemos concluir que los socialistas han desaparecido porque han hecho su trabajo.
Estos socialistas también tenían un proyecto económico por el que las empresas nacionalizadas sustituirían a la iniciativa privada, pero el fracaso de estos experimentos en Europa y más aún en la Unión Soviética ha demostrado lo absurdo de las nacionalizaciones y la planificación. Incluso los socialistas franceses, los más radicalmente marxistas de Europa, tras el fracaso de las nacionalizaciones de François Mitterrand en 1983, se unieron sabiamente a la economía de mercado y la globalización.
¿Qué queda hoy del socialismo en Europa? Un discurso sobre la justicia social, que no es más que un discurso, el odio a los ricos, que siempre gustará, y la glorificación de su pasado, que ya es pasado; el futuro está ausente. Los partidos de derechas, por el contrario, tanto si invocan al conservadurismo, a la democracia cristiana, al liberalismo o al nacionalismo, se ven impulsados, animados, por las circunstancias actuales.
La pandemia de Covid-19, la afluencia migratoria africana y de Oriente Próximo (el temor hacia ella más aún que su realidad), las fanfarronadas chinas, las tergiversaciones de Estados Unidos, que aún no se ha repuesto de los excesos trumpistas, el miedo fundado a la recesión económica y la inflación de los precios, todo junto, suscita un miedo cierto, un deseo de seguridad y un repliegue hacia las identidades locales, nacionales o europeas. Sin embargo, tanto tradicionalmente como en los hechos, los partidos de derechas parecen ser los mejor preparados para proteger a los europeos frente a estas amenazas; la izquierda es el sueño, pero la derecha es la capacidad de garantizar cierto nivel de seguridad en el interior y en las fronteras, con respeto a la ley por parte de todos. La derecha también sabe cómo administrar el dinero y la economía sin una revolución teórica innecesaria.
Lo que amenaza a la derecha no es tanto el socialismo como los integristas en su seno. Vemos así cómo en Hungría y en Polonia, en nombre de una identidad nacional que nadie amenaza, y de una inmigración que no existe, se desencadenan campañas xenófobas y eurofóbas, mientras que estos dos países, sin la apertura al mercado europeo y sin los subsidios europeos, estarían agonizando. Actualmente vemos cómo en Francia surgen excéntricos candidatos a la Presidencia de la República que se hacen pasar por salvadores de una Francia eterna y cristiana que hace ya mucho tiempo que no existe, suponiendo que haya existido alguna vez. Hoy la derecha solo está verdaderamente amenazada desde la derecha; solo recuperará su papel de liderazgo deshaciéndose de sus extremistas y recordando sus valores fundamentales.
Por ejemplo, es esencial recordar que en Europa todos compartimos una misma identidad, forjada con la fusión de herencias históricas que se remontan al Imperio Romano. Europa, en cierto modo, es la nueva Roma. Poner en entredicho Europa sería un suicidio colectivo, del mismo modo que renunciar a la economía de mercado y al libre comercio nos llevaría a la miseria (lo que les pasará a los ingleses). Dejemos de decir que el islam nos amenaza, porque los países musulmanes son pobres y débiles; ayudémosles a salir de su estancamiento. Cuando los inmigrantes musulmanes entran en Europa, legalmente o no, no es (salvo raras excepciones) para islamizar Europa, sino con la esperanza de europeizarse, de alcanzar nuestro nivel de vida, salud y educación.
Si el socialismo se diluye y la derecha limpia su casa, ¿quién será el próximo adversario, o contradictor, porque nadie tiene toda la razón? Los ecologistas, sin duda. El ecologismo es más difícil de contradecir que el socialismo, porque nunca se ha experimentado y es una religión tanto como un movimiento político. El discurso sobre la ‘crisis climática’, la salvación de la Naturaleza, el ‘decrecimiento’ necesario, es una mezcla de consideraciones teológicas tomadas tanto del paganismo precristiano como de la ciencia. Este culto a la Naturaleza de los ecologistas me parece algo inmoral, porque ignora que más de la mitad de la humanidad vive en la pobreza absoluta por no saber ‘explotar’ la naturaleza y producir electricidad a base de carbón.
Observo, sin embargo, que nadie se atreve a desafiar demasiado al ecologismo, por su carácter casi místico. Es hora de que la derecha (y también la izquierda) separe lo que es racional en la ecología y lo que no lo es en absoluto. Si tardamos en hacer este análisis, la derecha se enfrentará a poderosos partidos verdes, pseudocientíficos. Aquí de nuevo, el recuerdo de Marx es evocador: sostenía que su socialismo era ‘científico’, igual que afirman hoy los ecologistas. Parafraseando a Marx, diría que un fantasma recorre Europa: el ecologismo. Lo que no me impide plantar robles y podar mis setos en beneficio de mis nietos.
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