tiempo recobrado
El sobre de Ingrid
Ingrid Bergman fue la mujer que quiso ser y tuvo que pagar un alto precio por sus decisiones

Cuando tenía 16 años, Ingrid Bergman realizó unas pruebas para entrar en la Escuela de Arte Dramático de Estocolmo. A mitad de su examen, el tribunal le indicó que se fuera porque ya habían visto suficiente. Ella salió llorando del escenario y se marchó a ... casa. Al día siguiente, un amigo le indicó que a todos los aspirantes se les comunicaba la nota en un sobre y que el de ella era blanco. Acudió corriendo al centro y comprobó que la habían admitido. Poco después, preguntó a uno de sus examinadores sobre su actuación y por qué la habían interrumpido. «Fue tan buena y tan convincente que no hacía falta que siguieras. Ya sabíamos que eras una gran actriz», le dijo.
Lo era. Consiguió tres Oscar y realizó una docena de películas que han pasado a la historia del cine. Pero tal vez la mejor etapa de su carrera fueron los siete años en los que convivió con Rossellini tras rodar ‘Stromboli’ en 1950, una obra maestra que cuenta la historia de una mujer que escapa de un campo de concentración y se refugia en la volcánica isla del Tirreno.
Bergman estaba casada con un dentista, tenía una hija y era ya una estrella en Estados Unidos, donde había trabajado con Humphrey Bogart en ‘Casablanca’, cuando decidió abandonarlo todo. Escribió una carta a Rossellini y éste no dudó en contratarla.
He visto un extraordinario documental en Filmin en el que hay muchas imágenes inéditas de su etapa con el director italiano, de sus hijos y de sus estancias en una villa en el mar. Quienes la conocieron coinciden en su carácter inquieto y poco estable, que le empujaba a asumir riesgos y nuevas experiencias vitales. Dejó a su primer marido tras 13 años de matrimonio y luego rompió su relación con Rossellini, que al parecer le era infiel.
La película que más me gusta de Ingrid Bergman es ‘Viaggio in Italia’, estrenada aquí como ‘Te querré siempre’, que narra la crisis de una pareja y su reconciliación en las ruinas de Pompeya. Pero también son memorables sus trabajos con Alfred Hitchcock, que la dirigió en tres ocasiones.
Murió a los 67 años de un cáncer. Nunca se arrepintió de nada. Cuando abandonó a su primer esposo, la Iglesia luterana la calificó de ‘adúltera’ y sufrió una campaña de descrédito. Ella relató cómo recibió decenas de cartas, cargadas de odio, e incluso amenazas. «Me decían que ardería en el infierno para la eternidad y me declararon persona ‘non grata’ en Estados Unidos», recordaba.
Ingrid Bergman fue la mujer que quiso ser y tuvo que pagar un alto precio por sus decisiones. Su hija mayor no la perdonó por haberse marchado de casa cuando era una niña y sus relaciones familiares fueron siempre difíciles. No era perfecta, pero sí coherente con su forma de pensar. Ahora que se van a cumplir 40 años desde su desaparición, seguimos añorando su fulgor en la pantalla.
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