La Tercera
Sarajevos
«Las situaciones de máxima tensión social suelen acabar estallando a causa de un incidente aislado que nadie había podido prever. En Cataluña, por fortuna para todos, no hubo nada de eso. Pero nadie sabe lo que podría haber pasado si un Ramiz Delalic cualquiera, un día de septiembre o de octubre de 2017, se hubiera bajado de un coche con la intención de retirar una bandera que no le gustaba»
![Sarajevos](https://s1.abcstatics.com/media/opinion/2019/03/13/tercera-kGbD--1200x630@abc.jpg)
El 1 marzo de 1992 se celebraba en Sarajevo el referéndum que decidía la independencia de Bosnia-Herzegovina de la Federación Yugoslava (un referéndum que había sido boicoteado por la comunidad serbia y que aprobó la independencia con el 67% de los votos). A mediodía, ... la comitiva de invitados a una boda salía de la iglesia ortodoxa de Barcarsija, en el casco antiguo de la ciudad. Un coche se detuvo frente a la iglesia. Cuatro hombres se bajaron del coche e intentaron retirar la bandera serbia que ondeaba en la iglesia. Los asistentes a la boda se opusieron. Uno de los tipos del coche, Ramiz Delalic -también conocido como Celo, es decir, Cabeza Rapada-, sacó una pistola e hirió de muerte al padre del novio y luego tiroteó al pope que oficiaba la ceremonia. Delalic y sus compinches huyeron. Al día siguiente, la comunidad serbia de Sarajevo empezó a montar barricadas en sus barrios. Poco después surgieron las primeras unidades de paramilitares serbios. Un mes más tarde, en abril, la ciudad estaba rodeada por las milicias serbias y por antiguas unidades del ejército yugoslavo. Había empezado la guerra de Bosnia. El asedio de Sarajevo duró cuatro años y en los combates murieron diez mil soldados y cinco mil civiles. En la guerra de Bosnia, durante esos mismos años, hubo más de cien mil muertos, casi todos civiles.
Ramiz Delalic, alias Cabeza Rapada (la cabeza rapada era el castigo que se imponía en las cárceles a los delincuentes comunes), era un mafiosillo que pertenecía a la comunidad musulmana bosnia y se dedicaba a las apuestas clandestinas, a la extorsión a los pequeños comerciantes y a las peleas ilegales de perros. Cuando atacó a los asistentes a la boda en la iglesia ortodoxa, Delalic formaba parte de una unidad de paramilitares bosnios conocida como Boinas Verdes, que se había formado con miembros de los bajos fondos de Sarajevo. Pocos días después del tiroteo en la iglesia, Delalic fue detenido, pero enseguida fue puesto en libertad por falta de pruebas. Dos meses más tarde, cuando empezó el asedio de Sarajevo, Delalic se convirtió en el comandante de la 9ª Brigada de Montaña, integrada por delincuentes comunes, entre ellos los tres compinches que se habían bajado del coche frente a la iglesia ortodoxa. Al otro lado del frente, las unidades de paramilitares serbios y croatas también se habían formado con una gran cantidad de delincuentes comunes.
Durante los años del asedio de Sarajevo, Delalic siguió dedicándose a la extorsión y al mercado negro, aunque se comportó con cierta lealtad al gobierno bosnio de su amigo Alija Izetbegovic. En un vídeo grabado cerca del lugar donde había tiroteado a los asistentes a la boda, Delalic se enorgullecía de haber sido el Gavrilo Princip que había provocado la guerra de Bosnia. Princip fue el ultranacionalista serbio que disparó en junio de 1914 contra el archiduque Francisco Fernando y su esposa, en Sarajevo, y originó el conflicto diplomático que acabó desencadenando la I Guerra Mundial. Sólo que Princip era un joven pobre e ingenuo que soñaba con ser poeta, mientras que Delalic no tenía nada de ingenuo ni de soñador. Su especialidad, ya lo sabemos, eran las extorsiones y las peleas de perros. De hecho, en 2007 (diez años después del final de la guerra de Bosnia), unos gánsters kosovares lo mataron a tiros frente a su casa.
Cabeza Rapada se creía el Gavrilo Princip de la Guerra de Bosnia -y en cierta forma lo fue-, pero en marzo de 1992 había en Sarajevo centenares de candidatos para desempeñar ese papel. Si no hubiera sido él, cualquier otro mafiosillo local o cualquier otro fanático iluminado -ya fuera serbio o croata o bosnio- podría haber disparado el primer tiro que llevara inexorablemente a la guerra. En 1992, en Bosnia -y en todo el antiguo territorio de la República de Yugoslavia-, el odio y las mentiras y la intoxicación ideológica se habían apoderado de una gran parte de la población. El 5 de abril de 1992, cuando ya se había iniciado el cerco de Sarajevo, unas 100.000 personas de todas las comunidades (bosnios y croatas y serbios) se manifestaron a favor de la paz. Los francotiradores serbios que ocupaban el hotel Holiday Inn (probablemente reclutados entre los bajos fondos de la comunidad serbia) dispararon contra los manifestantes. Hubo dos mujeres muertas. A partir de ese momento, ya nada pudo impedir la guerra.
La historia de Ramiz Delalic tiene su importancia si pensamos en lo que ocurrió en Cataluña a lo largo de los meses de septiembre y octubre de 2017, cuando se celebró el referéndum ilegal del 1 de Octubre y cuando el odio y la intoxicación ideológica se habían apoderado de buena parte de la población (el odio y la intoxicación ideológica, por supuesto, no han desaparecido en absoluto). ¿Qué habría pasado si un Ramiz Delalic cualquiera hubiera intentado retirar una bandera -independentista o española, tanto da- y a raíz de ese incidente se hubiera iniciado un tiroteo? ¿Qué habría pasado si al día siguiente se hubieran empezado a levantar barricadas? ¿Qué habría pasado si alguno de los mossos d’esquadra o de los guardias civiles desplegados en Cataluña -nervioso o asustado o pasado de copas- hubiera empezado a disparar desde un hotel o una comisaría? ¿Lo sabemos? ¿Estamos en condiciones de decirlo? En Cataluña había 17.000 policías armados que recibían órdenes de la Generalitat frente a unos 6.000 policías y guardias civiles que recibían órdenes del Gobierno central. Todos estaban nerviosos, asustados y llevaban muchas noches sin dormir. Todos conocían a fanáticos bienintencionados como Gavrilo Princip que les animaban a comportarse como héroes en vez de calzonazos. Y todos debían actuar en un mundo en el que los tipos turbios como Cabeza Rapada seguían llevando a cabo sus trapicheos y sus trapisondas. En estas circunstancias, fue un milagro que no llegara a pasar nada.
Las situaciones de máxima tensión social suelen acabar estallando a causa de un incidente aislado que nadie había podido prever: un insulto en un bar, una pelea callejera, un tiroteo en una boda, un levantamiento de barricadas, unos mafiosillos disparando al aire, unos francotiradores ocupando un hotel, unos disparos contra una multitud, una llamada a filas de reservistas, una guerra a gran escala. En Cataluña, por fortuna para todos, no hubo nada de eso. Pero nadie sabe lo que podría haber pasado si un Ramiz Delalic cualquiera, un día de septiembre o de octubre de 2017, se hubiera bajado de un coche con la intención de retirar una bandera que no le gustaba.
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Eduardo Jordá es escritor
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