Vivimos como suizos
Un ser de pelucas
Si John Waters fuera español se habría fijado en Carmen de Mairena, no en Teresa Gimpera

En Bocaccio no ocurría todo. No ocurría Carmen de Mairena. Si John Waters fuera español se habría fijado en Carmen de Mairena, no en Teresa Gimpera. En el libro de Toni Vall sobre las historias y estética del templo de la gauche divine no hay ... cabida para este personaje excesivo del Barrio Chino que se dio a conocer para toda España en televisión. Pero era tan Barcelona como los Oriol Bohigas o Colita que salen en «Bocaccio. Donde ocurría todo» (Destino). Si Mónica Randall era la reina de una desconocida galaxia, según Vila-Matas, Carmen de Mairena también lo era. De otra galaxia. En el libro de Vall, Mónica Randall recuerda: «Bocaccio surgió de la burguesía catalana, una clase social que ha existido siempre. Bueno, en realidad, ahora no sé qué es lo que hay. Todo ha quedado hecho pedazos. Por mí se lo pueden quedar, no me interesa. Viví una Barcelona esplendorosa y ahora todo es una mierda».
Muere Carmen de Mairena y muere un poco una época en que la televisión esclavizaba en una fama sin reconocimiento. Eso de la esclavitud en una fama sin reconocimiento lo escribe de ella Javier Pérez Andújar en el prólogo de la biografía que Carlota Juncosa se atrevió a hacer de Carmen de Mairena. Hablando con Carmen y su gente. Texto y dibujos. El brazo de Carmen. Un brazo peludísimo con uñas rojas y joyas. Un cómic y un relato. Imposible mantener una conversación para poner por escrito la vida de esta mujer. «No sé si podré escribir sobre su vida si no entiendo una palabra de lo que dice», escribe Juncosa. Esas dificultades reales me recordaron a las modestas que Natalia Ginzburg planteó de manera tímida a Oriana Fallaci cuando fue a entrevistarla. «Pero ¿seré capaz de esta entrevista? Yo no sé hablar, eso. Cojo miedo, me aturullo, eso. Será un fracaso, eso. Y luego, luego nada, eso». Pero la entrevista, pese a las muletillas («eso» y «luego nada», que Fallaci no ahorra) es maravillosa. «Carmen de Mairena. Una biografía» (Blackie Books) es un artefacto extraño. Pero con Mairena no esperamos una biografía al uso. «Una pelea por escapar de lo vulgar. Un libro maravilloso», dice Pérez Andújar en la faja. Y sí es maravilloso el momento en que Carlota Juncosa se pregunta si Carmen le sonríe o se seca las babas. «Pone los labios en tensión como estrategia para retenerla mientras coge un pañuelo para secarse. Entre tanto, yo ya le he sonreído y me quedo colgada porque le estoy devolviendo la sonrisa a alguien a quien se le cae la baba. La opción de secarme la saliva yo también para disimular me empieza a parecer viable». La autora estaba, al hacer el libro, bastante alejada de ese mundo de especímenes televisivos. «Mira, ese es el que se murió en la calle. ¿Te acuerdas de aquel tan pequeñajo?». Carmen se refería a Pozí. Juncosa tuvo que investigar para saber quién era. Hay preguntas sorprendentes. O respuestas adecuadas, no sé. «¿Pensaste en tener hijos alguna vez?». «¿Yo? No». «¿Por qué no?». «Porque no me gustaría tener un hijo que supiera que su padre era maricón».
Carmen de Mairena fue una pionera en la defensa de los derechos LGTBI+ cuando no se llamaban así. Luchó por ser mujer, aunque no se acordaba de por qué. ¿Por un novio bisexual? ¿Para ser más exótico y ligar más? ¿Por arte, porque ya se travestía en los espectáculos? Lo mejor, esto de Pérez Andújar: «En las sombras de Carmen de Mairena hay un siglo de las luces. Pues es un ser de pelucas. Y de este modo reviste de calidad aristocrática su pelea por escapar de lo vulgar». Desaparece una mujer de una Barcelona que también ha desaparecido.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete