Rectifica, Pedro, rectifica
Lo que nunca puede hacer un presidente del Gobierno es anteponer el amor propio herido al sentido de Estado

Cualquier político con una mínima experiencia de gobierno sabe perfectamente que el Ejecutivo es el que necesita a la oposición y no al contrario. Un presidente no tiene fuerza de puertas afuera para defender cuestiones europeas o de política exterior si no cuenta con un ... consenso mínimo de puertas adentro. Y esta máxima se impone ahora en la política interior ante la crisis política desatada en Cataluña. Un desafío que no puede resolverse sin el concierto del principal partido de la oposición.
Sánchez ha cometido el tremendo error de romper relaciones con Casado sin reflexionar dos segundos sobre ello. Si lo hubiera hecho, La Moncloa no hubiera enviado un comunicado histórico para oficializar la ruptura con el PP. Puede concederse a Sánchez que Casado tuvo una frase desafortunada. El líder del PP puede acusarle de negociar con golpistas, pero no de ser «partícipe y responsable de un golpe de Estado». Básicamente porque el 9-N y el 1-O se produjeron bajo gobierno de Rajoy y por la misma regla de tres el PP sería responsable de todo aquello. Pero lo que nunca puede hacer un presidente del Gobierno es anteponer el amor propio herido al sentido de Estado. Con una crisis territorial abierta, España no se puede permitir que los dos grandes partidos políticos dejen de hablarse. Y Sánchez pasó por encima de ello solo por orgullo. No es que antes existiera una gran interlocución entre Sánchez y Casado pero, en caso de necesidad, la línea de comunicación estaba abierta. Ahora está bloqueada.
Iglesias debe estar frotándose las manos porque este «me enfado y no respiro» de Sánchez le deja completamente a su merced. El presidente ha roto relaciones con Casado cuando tampoco tenía ya interlocución con Rivera. No ha llamado al líder naranja desde que llegó a La Moncloa y ha jurado vengarse de él por sacar a relucir las dudas sobre su tesis. Así que al título de ser el presidente más débil de la democracia, suma en cinco meses el dudoso honor de gobernar sin hablarse con la mitad del Parlamento. Podemos y los partidos independentistas son los únicos grupos a los que no ha retirado el habla y, por tanto, los únicos con los que ahora puede pactar. Intentando hacerse fuerte frente a Casado Sánchez solo ha conseguido debilitarse frente a sus socios.
Un tremendo error de cálculo del que acabará retractándose porque, antes o después, será él quien necesitará levantar el teléfono y hablar con Casado. ¿Qué credibilidad tendrá en Bruselas si no lleva el respaldo del partido más numeroso de la Cámara? ¿Y cómo le dirá a Torra que cumpla la ley si ningún partido constitucionalista le sigue? Calvo, que sí tiene experiencia de Gobierno, ha visto el peligro y está intentado reconducir la situación matizando que la ruptura no es con el PP sino solo con Casado. Un absurdo, pero por ahí veremos más mensajes. Ya decía Confucio hace veinticinco siglos que gobernar es rectificar. Cuanto antes, mejor para España.
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