De peritos y ácido bórico
AYER, el diario que mantiene la teoría de la conspiración según la cual los atentados del 11-M no estarían siendo investigados debidamente por la Policía, los fiscales y los jueces, lanzó la muy grave
AYER, el diario que mantiene la teoría de la conspiración según la cual los atentados del 11-M no estarían siendo investigados debidamente por la Policía, los fiscales y los jueces, lanzó la muy grave acusación de que el Ministerio del Interior «falsificó un documento para ocultar» al juez una posible relación entre aquella masacre y la banda terrorista ETA. Se trataba de justificar tal imputación en la supuesta alteración de un dictamen pericial del que se habrían suprimido una gratuitas especulaciones de sus firmantes acerca de un hecho intrascendente: la localización de ácido bórico en el domicilio del procesado Hassan el Haski y de la misma sustancia en un piso franco de ETA en la ciudad de Salamanca en el año 2001, es decir, varios años antes de los atentados de Atocha y de la emisión del propio informe.
Esta coincidencia -la posesión de una sustancia común empleada en diversos usos, incluso de carácter doméstico-- servía a los firmantes del dictamen pericial para afirmar que entre los etarras de Salamanca y los atentados del 11-M podía existir una relación incluso de autoría. La Comisaría General de Policía Científica calificó ayer -acertadamente- como «elucubraciones y consideraciones subjetivas sin fundamento científico alguno» las observaciones que se suprimieron del informe definitivo y oficial que se remitió al juzgado instructor de la causa por el superior jerárquico de los redactores del borrador.
A la vista de todo ello parece evidente: 1) Que no existió falsificación alguna porque el primer informe era un borrador y sólo el segundo era oficial, y en ambos se identificaba la sustancia analizada como ácido bórico; 2) Que no corresponde a los peritos plantear en sus dictámenes químicos especulaciones propias de la investigación; 3) Que por ello, el superior jerárquico que envió el dictamen oficial al juzgado de instrucción actuó con total corrección al retirar unas observaciones fuera de lugar; 4) Y que el ácido bórico aparecido en los escenarios descritos, por ser un producto común -muy habitual como insecticida- es absolutamente irrelevante como indicio de relación entre ETA y los atentados del 11-M, una relación reiteradamente desmentida por sucesivos y rotundos informes policiales que constan en el sumario instruido. También consta en el sumario instruido por el juez Del Olmo el acta del registro del domicilio de Hassan el Haski -ABC aporta información detallada del documento correspondiente-, en el que se da cuenta de la localización de ácido bórico, sustancia sobre la cual los habitantes de la casa manifestaron a la Policía que la utilizaban para «matar cucarachas».
Otra vez -y a la vista de la inconsistencia de la nueva acusación de falsificación, temerariamente lanzada contra la investigación policial y dirigida directamente al Ministerio del Interior- hay que denunciar de modo severo y preocupado la intención emergente en estas supuestas informaciones, no de contribuir al esclarecimiento de los hechos, sino a la conformación, mediante hipótesis inverosímiles, de un auténtico juicio paralelo que -ya parece claro- tiene un objetivo: obstaculizar la apertura del juicio oral, intentando retrotraer las actuaciones sumariales practicadas.
La justicia se imparte por jueces y tribunales independientes, que aplican la ley en una función jurisdiccional con plena independencia de cualquier otro poder del Estado -sea el ejecutivo o el legislativo- y con la preservación de todas las garantías de los acusados. Desde los medios de comunicación se puede contribuir a excitar el celo de la Policía Judicial, del Ministerio Fiscal y de los propios jueces y tribunales, pero en modo alguno puede suplantarse su función mediante juicios públicos e irresponsables y acusaciones que lesionan la dignidad de las instituciones.
La teoría de la conspiración urdida en torno al 11-M adquiere más gravedad en la medida en que de ella se está valiendo una parte del PP -minoritaria, pero poderosa, conducida por Eduardo Zaplana- para tratar de erosionar al Gobierno cuando tantos flancos y tan débiles presenta el Ejecutivo de Zapatero, desde la inmigración al terrorismo, desde la desvertebración territorial a la ausencia de política exterior, por citar los ejemplos de mal gobierno más evidentes. De tal suerte que, al incurrir en estas prácticas periodísticas a las que se abraza una minoría del primer partido de la oposición, no sólo se atenta contra la correcta praxis del ejercicio de la profesión periodística, sino que se deterioran también las posibilidades futuras del PP y se somete al conjunto del sistema democrático a un fuerte desgaste social, que sería mayor todavía si desde medios como ABC -de convicciones democráticas liberal-conservadoras- no se denunciase sin otro afán que preservar nuestras instituciones y su buen funcionamiento.
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