tiempo recobrado
Lvov, Lwow, Lviv, Lemberg, Leópolis
Ninguna urbe ejemplifica mejor en Europa la relatividad de las fronteras y la brutalidad de los nacionalismos que se han disputado su control
![Pedro García Cuartango: Lvov, Lwow, Lviv, Lemberg, Leópolis](https://s2.abcstatics.com/media/opinion/2022/03/12/leopolis-U30894529206ofF--1200x630@abc.png)
He aquí una ciudad, situada en el oeste de Ucrania, con cinco nombres: Lvov, Lwow, Lviv, Lemberg y Leópolis, que significa la ciudad del león. Tenía 720.000 habitantes antes de comenzar la invasión rusa. Ahora es difícil de precisar esa cifra.
Fue fundada en ... 1235 por Daniel, rey de Rutenia. Estuvo durante largo tiempo vinculada a Prusia bajo el nombre de Lemberg. Así se llamó hasta la desaparición del Imperio Austrohúngaro en 1918 al que pertenecía entonces. En el periodo de entreguerras, fue una ciudad polaca conocida por Lwow. En 1939, fue ocupada por los alemanes. Y en 1945 pasó a formar parte de la Unión Soviética como Lvov. Tras la caída del Muro de Berlín, Ucrania se convirtió en un país independiente y Lvov fue rebautizada como Lviv. En castellano, hoy es Leópolis, por donde han cruzado la frontera a Polonia más de un millón de personas en dos semanas.
La sopa de nombres no es producto del azar. Responde a la tortuosa historia de una villa que ha pertenecido a cinco naciones. Cuando los nazis entraron en ella tras desmembrar Polonia, emprendieron una brutal persecución de los judíos con decenas de miles de asesinatos. El abogado Philippe Sands cuenta en dos excelentes libros el holocausto de su familia y la responsabilidad de Otto Wachter, un oficial de las SS, en los crímenes contra los judíos. Wachter murió escondido en un convento religioso en Roma sin pagar por su inhumanidad.
Al estallar la guerra, el NKVD soviético abandonó la ciudad, pero, antes de llegar los alemanes, Stalin ordenó el asesinato de 4.000 prisioneros polacos de la cárcel de Brygidki. Al igual que los soldados del Ejército Rojo ejecutaron poco después a miles de oficiales e intelectuales polacos desarmados en el bosque de Katyn. La historia de Leópolis es un verdadero horror. Sus habitantes saben muy bien lo que es la guerra porque han estado en medio de todos los conflictos entre Alemania, Austria, Polonia, Rusia y Ucrania, dada su condición de frontera y mezcla de diferentes culturas.
Las tropas de Putin no han llegado todavía a Leópolis y es posible que no les interese tomarla porque carece hoy de valor estratégico. Es un enclave donde no ha habido destrucción, pero se percibe como en ningún otro lugar el colapso que sufre Ucrania tras la invasión. En lo que merece la pena fijarse es en la historia de esta población, invadida por los mongoles en el siglo XIII y objeto de trueque tras las sucesivas guerras.
Leópolis ha sido de todos y de nadie, es una mezcla de identidades y un campo de batalla permanente. Ninguna urbe ejemplifica mejor en Europa la relatividad de las fronteras y la brutalidad de los nacionalismos que se han disputado su control. La barbarie de Putin ha vuelto a martirizar una ciudad que parecía haber renacido de sus cenizas.
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