tiempo recobrado
Finitud
Soy un minúsculo eslabón de una larga cadena de generaciones que desaparecieron y fueron olvidadas
![Pedro García Cuartango: Finitud](https://s1.abcstatics.com/media/opinion/2022/06/04/cuartango-opinion-U30894529206XsG--1200x630@abc.png)
No dejo pasar más de tres o cuatro meses sin ir a Miranda de Ebro, mi pueblo natal. Conservo el piso de mis abuelos, cercano a la estación, donde transcurrió parte de mi infancia. Y paseo por las orillas del río, por las huertas de ... Anduva, por las montañas cercanas.
Uno de los lugares que frecuento son las ruinas de Deobriga, una antigua ciudad celta en la que vivían miles de personas. Me paso horas observando los cortes geológicos de los montes Obarenes, labrados a lo largo de cientos de miles de años.
Cuando observo las aguas del Ebro desde el puente, pienso siempre en mi padre, en mi abuelo y en mis bisabuelos, que lo cruzaban todos los días para desplazarse a lo que se llamaba el ‘allende’, la parte nueva de Miranda.
Me suelo quedar absorto durante unos minutos en el pensamiento de que diez generaciones de mi familia contemplaron el mismo discurrir del cauce del río. Y que hollaron el mismo camino y vieron las mismas piedras.
Aunque sea cierta la frase de Heráclito de que todo fluye, el Ebro me produce la sensación contraria: la inmovilidad del tiempo, asociada a la eternidad. Soy un minúsculo eslabón de una larga cadena de generaciones que desaparecieron y fueron olvidadas.
Y ello me hace tomar conciencia de la finitud de la existencia, ligada a la conciencia de la muerte. Disponemos de un tiempo limitado que hay que aprovechar. Y no sabemos lo que hay más allá. Incluso es aventurado hacer predicciones sobre el mañana porque lo único real es un presente que se nos escapa.
Quienes tienen una fe religiosa encuentran un sentido trascendental a la existencia. Creen en una vida futura y, en el fondo, en la abolición del tiempo en el paraíso celestial en el que habitarán tras la muerte. Pero yo me siento atado a este mundo, a lo que hago y sueño, a mis proyectos y mis frustraciones. Sé que todo es temporal y pasajero, que mañana puedo no estar aquí.
Es esa sensación de absoluta precariedad la que me impulsa a apurar el presente, a captar los momentos únicos e irrepetibles como la luz del amanecer o la imagen de un niño jugando en el parque. Todo eso se acabará algún día, lo mismo que les sucedió a mis antepasados. También nuestra civilización y la Tierra serán tragadas por el tiempo.
La perspectiva de la finitud te hace ver las cosas con otros ojos. Y eso no significa que te conviertas en un cínico y que no te importen los demás. Por el contrario, eres más consciente de las consecuencias de tus acciones y de tu dependencia de los demás, que se agudiza al carecer de fe. La libertad es al mismo tiempo una condena y una bendición.
Heidegger hablaba del ‘sorge’, que es el cuidado de sí mismo y de los demás. Es en el ‘sorge’ donde hay que intentar encontrar un sentido, sabiendo siempre que nuestra existencia está asentada en el vacío.
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